El propietario del Stud La Frontera vivió una tarde fantástica en Palermo con su potrillo venciendo en el Gran Premio Nacional

A Francisco Fraguas ya le pasó. Debe haber pocas vivencias que el turf le deba al propietario y criador mendocino y la victoria de un caballo suyo casi sin medallas, sin brillo hasta el Gran Premio Nacional – Copa Diego Armando Maradona (G1-2500 m) ya la disfrutó, en cierto modo. Debe llevar 25 años el stud La Frontera invirtiendo, apostando y Fraguas llevando su amabilidad siempre, ganando o perdiendo, como ahora, cuando apoyó una mano en el hombro del cronista (son muchos años) en la premiación, después de disfrutar a Great Escape (Equal Stripes) en la tribuna desolada, aunque acompañado de su mujer, portadora de una discreción parecida a la de suya.

Ya le sucedió a Fraguas con Río Vettel (True Cause), cuando se llevó el Gran Premio de la Provincia de Buenos Aires (G1-2200 m), en La Plata, en 2014. Un clásico cuya nómina tenía un 50% de perdedores, de lo cual el propietario de Anaerobio y Peasant, ganadores del Jockey Club, entre otros, no era responsable. No era el caso de aquél, está claro, ya que venía de ganar el José P. Ramírez (G2-1700 m) y el Jockey Club de la Provincia de Buenos Aires (G2-2000 m), pero sí se trataba de un contexto sin rivales de su clase. 

Después, Río Vettel fue segundo en el Dardo Rocha y venció en el Comparación del Bosque y se impuso en el Gran Premio República Argentina (G1-2500 m), el día en que La Frontera hizo el uno-dos con Interdetto (Roman Ruler), un caballo al que a decir de Pablo Falero, su jockey entonces, “si no es uno es otro, pero siempre le ganan”: había sido segundo en la Polla y en el Nacional, el año anterior; “menos mal que éste era el compañero”, completó el uruguayo, con una sonrisa.

La victoria del República había sido la última de Grupo 1 para Fraguas, y aquella vez con un producto de su cría. “A Great Escape lo compré en Abolengo”, respondió ahora cuando uno le preguntó, sin lamentar que no fuera “hecho en casa”: su compromiso con el deporte que le dio tantas alegrías es innegociable, como el de todos los propietarios y criadores que le pusieron el pecho al confinamiento y sostuvieron sus inversiones cuando las ganancias eran imposibles, ni siquiera contingentes, como suelen ser.

No se sabe qué pasará con Great Escape. Es cierto que ganó el Nacional de la orfandad, pero el margen de quince cuerpos, la forma, la confirmación aunque viniera de la condicional, es para ser optimista en un año que ofreció escasos motivos para esa sensación. “Ganar esta carrera se da pocas veces en la vida, a la mayoría, nunca. Es tocar el cielo con las manos. Esto lo hacemos por pasión, no para obtener réditos. La vida es así, te va dando pequeños triunfos pero son más las veces que se pierde que las que se gana, por eso hay que disfrutar y luego se verá adónde se va, qué se corre”, comentó Francisco Fraguas, cuando el cielo de la tarde plomiza empezaba a abrirse.

Gustavo S. González