El hijo de Campanologist criado por el Haras Santa María de Araras superó por 9 cuerpos a Miriñaque en la carrera más importante del año y se graduó de crack, en San Isidro

Por Diego H. Mitagstein

Hay caballos buenos, muy buenos. Pero la diferencia con los cracks está en el corazón. También hay cracks y cracks. Están los Yatasto (Selim Hassan), los Candy Ride (Ride the Rails) o los Invasor (Candy Stripes), inexpugnables, imbatibles, irrepetibles. Pero también hay otros como Village King, a los que el “título real” más buscado de la hípica, también les calza a la perfección.

Un abanderado de la clase, del coraje, del alma, el zaino de Carlos Felice y su Stud-Haras El Angel de Venecia construyó este sábado a sus trajinados 7 años en el Hipódromo de San Isidro la actuación que lo hizo cruzar el portal de los “mortales” para ganarse un lugar de privilegio en la historia célebre del turf argentino. En su pista, en su distancia, en su hora de gloria, encontró la despedida soñada con una conmovedora y demoledora actuación para hacer de su tercer intento por ganar el Gran Premio Carlos Pellegrini (G1-2400 m, césped) su momento cumbre.

En la carrera más importante del año en el continente, el hijo de Campanologist y Villard (Pleasant Tap) fue poesía en movimiento, fue una máquina perfecta, fue un canto a la clase para ganarle como quiso a los 18 rivales que le salieron al cruce, dándoles una tunda que hace tiempo no se veía en un G1 de semejante envergadura.

En la tarde de la consagración de Luthier Blues (Le Blues) y Zillion Stars (Cityscape) en el Unzué (G1) y en el Anchorena (G1), en el día en que Didia (Orpen) batió el récord de los 2000 metros en la Copa de Plata (G1), Village King hizo historia y se convirtió en uno de los caballos más veteranos en levantar la copa más preciada, porque la calidad no tiene fecha de vencimiento…

Con una preparación formidable por parte de ese crack que es Carlos D. Etchechoury (por más que haya sido presentado por Juan Manuel, su hijo), y una tarea prolija por parte del jockey Martín Valle, Village King hizo de la recta final un stand up, despachando al puntero Sandino Ruler (Roman Ruler) cuando quiso y galopando con firmeza hasta el disco, que lo encontró con 9 largos sobre el infatigable campeón Miriñaque (Hurricane Cat).

A 3/4 de cuerpo, Sandino Ruler mantuvo una muy meritoria tercera colocación, conteniendo por media cabeza la arremetida del uruguayo Athelsta (Midas Touch), que corrió impresionantemente bien y hasta pudo ser tranquilamente segundo. Pelo Platinado (Cima de Triomphe) fue el mejor 3 años clasificándose quinto y Pepe Joy (Fortify) completó el marcador de una carrera en la que Cool Day (John F Kennedy), el favorito, fue la gran decepción al llegar noveno, aunque habrá que aguardar el parto veterinario.

Village King fue uno de los mejores potrillos en ese ya lejano 2017 y después de dos terceros en el Pellegrini hizo que la tercera fuera la vencida. En el medio hubo un viaje para competir en los Estados Unidos que lo vio ganar y perder, aunque nunca defraudar, y también una operación en sus nudos que, cuando volvió al país, no se sabía si le iba a permitir correr otra vez. No sólo consiguió retornar a las pistas, sino que desde entonces sumó a su campaña increíble tres nuevas conquistas de grupo uno. 

Con los caballos muchas veces se trata de que corran rápido, pero no siempre eso alcanza. Se necesitan varias virtudes que se conjuguen para formar un campeón, un nombre que sea capaz de conmover a la siempre exigente “grey”, que tenga el poder de arrancar una ovación después de un gran triunfo.

Village King reúne aquellas características y en base a su corazón generoso formó su “carisma” de crack, de pingo inolvidable, de esos que, aún cuando haya pasado mucho tiempo de sus hazañas, permanecen frescos en la memoria, son referencia, son ídolos. Aplausos y chapeau para un abanderado de la clase, para un caballo formidable.