Las notables de actuaciones de Blue Prize e Ivar en la Breeders’ Cup volvieron a mezclar nuestra alicaída hípica entre las mejores del mundo el último sábado en Keeneland

Por Diego H. Mitagstein (Enviado especial de Turf Diario a Lexington, Kentucky)

LEXINGTON, Kentucky (Especial para Turf Diario).- El sábado último todos volvieron a hablar del turf argentino. Una vez más uno de los nuestros fue altamente competitivo en la carrera para yeguas en la arena más importante del mundo. No pudo terminar adelante como antes sí lo consiguieron Bayakoa (Consultant’s Bid), Paseana (Ahmad) o Blue Prize (Pure Prize), su hermanita materna, pero Blue Stripe levantó bien alto la bandera, quedó a 5 centímetros de la gloria absoluta.

Se sabe, no fue triunfo, pero en la pista; por lo demás, en el sentimiento, en el corazón, lo de la zaina del Haras Pozo de Luna significó otro mojón inolvidable para una hípica que hace años camina a los tumbos, donde la plata no alcanza y dominan el esfuerzo, ser quijotes y la pasión.

No fue la única gran alegría para el turf argentino y sudamericano en la serie maravillosa, pues si de destacados se habla, lo hecho por el campeón Ivar (Agnes Gold) en el Mile (G1) fue igualmente estupendo. Terminó cuarto, es cierto, pero debió haber sido segundo, posición en la que hubiera seguramente terminado si no lo hubiera apostado todo por terminar adelante.

Lo del zaino del Stud RDI y el Bonne Chance Farm fue no sólo una muestra de calidad, sino de rusticidad, de consistencia, pues fue su tercera figuración consecutiva en aquella competencia, luego de finalizar también cuarto en 2020 aquí y tercero hace 12 meses en Del Mar.

Para Blue Stripe, ya no habrá seguramente desquite, adquirida por los japoneses, que le arrebatan otra gran yegua a los hipódromos -tema que se trata por separado en esta misma edición; para Ivar es una decisión pendiente y que se analizará en los días por seguir: puede seguir en competencia, como ser retirado para padrillo, con un destino casi que firme en la misma Argentina donde fue Campeón 2 Años en 2019 y en la que dejó una imagen de caballo diferente.

Regresando al concepto del inicio, vale la pena preguntarse qué sería del turf argentino con una organización mucho más lógica, donde las cosas transcurrieran como se debe y no como se pueda; donde exportar e importar no fuera insufrible; donde la economía del país acompañara a una actividad potente, de las pocas en que nuestro país es líder mundial; donde los premios fueran tan potentes que se pudieran generar propietarios para ver crecimiento; en la que el Estado entendiera el valor de su cadena productiva, y el valor de su producto.

La hípica albiceleste camina hace años por inercia y no deja de producir buenos caballos. Y lo hace con lo que puede o lo que tiene, y no con lo que quisiera. Vendiendo casi todo su stock genético de yeguas madre por necesidad, casi sin poder salir a competir al exterior por sus propios medios porque hablar en dólares es prohibitivo.

Todos esos problemitas volvieron a quedar un ratito al costado ante la enorme Blue Stripe y la colaboración gigante de calidad aportada por Ivar, que nos hicieron volver a jugar en las grandes ligas con protagonismo central, nos arrancaron varios gritos desde lo más profundo del corazón y, lo más importante, nos hicieron soñar y volver a creer.

El turf argentino estuvo otra vez dando pelea en el máximo nivel y eso el mundo lo reconoce. Por suerte para todos, es una constante desde hace varias décadas, dando todas las ventajas del mundo, es cierto, pero ratificando su valor siempre.