Gran favorita, la hija de Angiolo se impuso por 8 cuerpos en la arena del norte y ahora lleva seis victorias consecutivas

At a Glance es una yegua estupenda, con una habilidad en la velocidad con codo pocas veces vista. Desgraciadamente, el cronograma en esa división no es generoso en la Argentina, pero la zaina tiene un poderío descomunal. Lo ratificó este viernes en la arena del Hipódromo de San Isidro, haciendo galope largo en el Clásico Snow Figure (1200 m), y portando el exigente peso máximo de 61 1/2 kilos.

Venía de 5 triunfos seguidos la hija de Angiolo, que ahora continuó sumando y con una facilidad que, no por esperable, no haya llamado la atención. Enorme favorita, sacó un cuerpo casi que en el mismo salto, y luego se floreó a placer junto a los palos en parciales de 22a42/100 y 45s27/100 para llegar a la meta parando y con 8 cuerpos de ventaja sobre Salsa Dance (Winning Prize, 57), tras 1m9s34/100.

A pescuezo y pescuezo, Decímelo Al Oido (Decilo, 55) y Testarda (Roman Ruler, 59) completaron la cuatrifecta, aunque todas sin poder absolutamente nada para poner aunque sea en riesgo en algún momento la victoria de At a Glance.

Como siempre, Juan Cruz Villagra estuvo en las riendas de la yegua que tan bien va llevando Miguel Cafere para la caballeriza Mamina. Criada en el Haras El Paraíso, ya parece casi obligado dar el paso a las pruebas de grupo en la corta con curva, aunque si esa es la elección su futuro tiene marcadas citas en La Plata.

Allí, por ejemplo, se correrá el 7 del mes próximo, para todo caballo, el Clásico General Manuel Belgrano (G3), sobre 1200 metros, parte de la ruta hacia el Clásico Ciudad de La Plata (G2), que el 19 de noviembre de cada temporada es la cita más fuerte en la categoría.

En Little Respect (Fusaichi Pegasus), At a Glance lo tiene todo para convertirse en la número uno en una distancia donde hay otros pilares como Codringer (Cosmic Trigger), que también se viene afirmando en clásicos intermedios.

Con apenas 3 años y 7 victorias sobre 10 salidas, el andar de At a Glance es imparable y no sólo da la impresión de que cada día corre un poco más, sino de que todavía tiene más por dar. Es un placer verla correr, un lujo, de esas yeguas llamadoras, que el público disfruta.