La hípica del querido país perdió su último G1; las grandes carreras del turf mundial deberían estar protegidas

Federico Tesio, Nearco, Frankie Dettori. Podríamos estar páginas hablando de “italianos” que pusieron una cuota importante para hacer grande al turf alrededor del planeta. Sin embargo, la hípica del estimado país ha caído en desgracia de un tiempo a esta parte, con el golpe final dado esta semana por el European Pattern Committee, quitándole la última carrera de G1 que le quedaba en su calendario, al bajar a G2 el Premio Lydia Tesio.

Está claro que los sistemas de mediciones por rating tienden a darle un orden y una organización a las mejores competencias de la hípica mundial, pero cuando los “especialistas” carecen de sensatez y sentimientos se cruza un límite muy finito y que atenta directamente contra el turf, aunque se quiera buscar el efecto contrario.

Dejar al turf italiano sin grupos uno fue mandarlo a la B. Ya habían descendido de nivel el Premio Roma y el Presidente Della República, pero el mazazo final del Lydia Tesio pareciera innecesario; no suma, resta. ¿El rating no da para mantenerlo? Pues bien, como en los nombres de los cracks, los grandes clásicos del turf mundial debieran estar protegidos. Sin dudas.

Es fácil tomar una decisión sentado en el sillón de una hípica potente como la irlandesa, la inglesa o la francesa. Allí sobran las figuras y el dinero, y sus clásicos históricos jamás correrán riesgo, pues son un imán para los mejores. Pero Italia, con un turf que lucha por subsistir, no puede competir; sus más destacados ejemplares, como ocurre con cualquier país en categoría de “emergente” en el deporte, suelen buscar horizontes en el exterior para competir, “ayudando números” ajenos y complicando los propios.

Es una mirada similar a la del turf sudamericano. Pedirle a la Argentina, Chile, Brasil, Perú o Uruguay mantener sus ratings altos en las competencias de referencias es injusto, pues todos los que tienen esa decisión en sus manos saben que aquí: caballo bueno, caballo que se vende. Situación, recurso, indispensable para seguir tratando de ser competitivos.

Imaginemos un turf sudamericano sin un Pellegrini de G1, sin un Ramírez de G1, sin un Brasil de G1… ¿Sería lo mismo? Claro que no. En realidad, Uruguay ya lo padeció, aunque por suerte, al menos en lo referente a la carrera de Reyes, ya esa mala noticia es parte del pasado. Entonces, ahora pongámonos en el lugar de Italia. Resultado: nos sentiremos pésimo. Los números de las carreras los hacen los caballos, y hay países que colaboran al planeta turf con grandes corredores para darle rating a carreras extranjeras, pero que faltan en las autóctonas, por lógica. ¿Entonces?

Los grandes clásicos del turf mundial tendrían que tener su categoría resguardada, protegida, no echada a la suerte a los participantes que la suerte le puede destinar en 3 años consecutivos. Porque un turf sin sentimiento ni respeto por su historia termina siendo injusto.

Diego H. Mitagstein