El potrillo se sobrepuso a un desarrollo imposible para darle el sexto triunfo al entrenador Alfredo Gaitán Dassié en la carrera cumbre del turf argentino

Por los 400 metros la desesperación se apoderó de Eduardo Ortega Pavón. En las riendas de Cool Day, el jockey no encontraba paso con una pared de rivales por delante, y el riesgo de perder un Gran Premio Carlos Pellegrini (G1) de película era inminente. Pero el paraguayo buscó por todos lados, apeló a su fuerza descomunal, encontró un hueco ajustado junto a los palos -por donde antes jamás se pasaba…- y transformó lo que podía haber sido una derrota injusta en un triunfo descomunal.

En una tarde que produjo récord de recaudación -$ 96.777.702-, el potrillo del Establecimiento Mariana Eva sacó la cara por la nueva camada con corazón y calidad y dejó atrás a un grupo bravísimo de caballos adultos para levantar la copa más preciada de todas, dándole al entrenador Alfredo Gaitán Dassié nada menos que su sexto triunfo en la carrera más importante del continente.

Venía de llegar segundo del lamentablemente lesionado Marignac (Equal Stripes) en el Gran Premio Jockey Club (G1), atropellando desde lejos y dejando la sensación de que las mayores distancias iban a servir para que mejorara. Pero costaba en la previa de “La Gran Final” imaginar que su breve recorrido por las pistas le alcanzara para batir a un lote de adversarios al que le sobraban pergaminos.

Pero, aprovechando la gran diferencia de kilos -6 1/2- y un nivel que todavía parece estar lejos de su techo, formó el cóctel letal que le permitió transformarse en esa aplanadora que se llevó todo por delante para llegar a la meta con medio cuerpo de ventaja sobre Pinball Wizard (Orpen) y el veterano Village King (Campanologist), que en ese orden lo secundaron separados por la mínima de las ventajas tras luchar mano a mano durante buena parte de la recta por la victoria, antes que Cool Day encontrara paso, claro.

Tetaze (Equal Stripes), el favorito, no tuvo la potencia de la tarde del Longines Latinoamericano (G1), quizás sintiendo más de la cuenta la larga inactividad, y quedó cuarto a otros 5 cuerpos, dejando quinto por medio pescuezo a Emotion Orpen (Orpen), que amagó lindo allá por los 300 metros y abierto, y que aprobó el test. El perdedor Quiet Man (Campanologist) y Rohit Joy (Fortify) igualaron la sexta colocación, con este último cediendo su condición de invicto y sintiendo el cambio de nivel, aunque sin defraudar. El resto llegó lejos, como pudo, sobrados por el compromiso.

Cool Day le permitió a John F. Kennedy, su padre, ganar el Pellegrini con su primera generación, algo que también había conseguido Sixties Icon con Sixties Song en 2016, preparado por el mismo Team Gaitán. La casualidad es que tanto John F Kennedy como Sixties Icon son hijos del notable Galileo. El alazán, de paso, le permitió al Haras Abolengo, su criador, levantar la cuarta copa en la prueba, luego de las victorias que consiguiera con Gran Secreto (Gran Atleta, 1974), Reverente (El Virtuoso, 1984) y Expressive Halo (Halo Sunshine, 2011), en un año en que la cabaña de la familia Menditeguy sumó el Nacional (G1) con Great Escape (Equal Stripes)…

Y, si de números se habla, habrá que volver necesariamente al nombre de Alfredo Gaitán Dassié, que igualó la línea de Juan Lapistoy venciendo por sexta vez en el Pellegrini, ya que antes de la gran alegría que vivió el sábado, había tenido el mismo sentimiento de felicidad con el mencionado Sixties Song, con Idolo Porteño (Jump Start, 2014), con Interaction (Easing Along, 2009), con Seaborg (Candy Stripes, 1995) y con Montubio (Mountdrago, 1988).

Cool Day clausuró la temporada grande para la hípica argentina con un triunfo tan inmenso como sorpresivo en el Gran Premio Carlos Pellegrini (G1), el de la pandemia, el que no tuvo público en sus tribunas y sí apenas unos pocos espectadores, el de la tarde de los varios ganadores inesperados y el de la recaudación récord, aún dando la ventaja de seguir con el “atraso” de no poner en práctica el tan “anunciado” juego online.

El potrillo y su juventud pudieron con todo y con todos, con las circunstancias difíciles que le tocó atravesar y con caballos de calidad comprobada que tampoco defraudaron. Llevó otra vez al Team Gaitán a la gloria máxima y le dejó festejar el triunfo soñado a Eduardo Ortega Pavón. Llegará de aquí en adelante reafirmar su creciente nivel, ya sea aquí o donde le toque competir, con la satisfacción inigualable de ya guardar bajo el brazo el trofeo más preciado de todos.

Diego H. Mitagstein