Contemporáneo de otros enormes profesionales como Juan E. Bianchi o Juan C. Etchechoury, falleció este miércoles a los 83 años

Por Diego H. Mitagstein / Foto Gentileza Hipódromo de San Isidro

Cacho, como le decían hasta los que no lo conocían a Domingo Elías Pascual, hablaba bajito y pausado, siempre saludaba con un afecto casi “familiar”, y era un maestro en el arte de preparar un caballo de carreras. Parte enorme de la historia del turf nacional, el cuidador falleció este miércoles a los 83 años, dejando un vacío imposible de llenar y llevándose anécdotas y momentos irrepetibles.

Parte de una generación sublime, que compartió con don Juan Esteban Bianchi o Juan Carlos Etchechoury, entre otros, Pascual se había retirado de la profesión el 7 de abril de 2008, cuando presentó a Mi Linda Sureña (Southern Halo) en el Clásico Capo Máximo, quedando marcado ese día como el último en que su nombre aparecería en un programa.

Proveniente de una familia de turf, Cacho entrenó caballos formidables y era brillante a la hora de diagramar campañas, con un vareo único para la distancia, pero la habilidad de todo grande para lucirse en cualquier tiro.

Seguramente para muchos su obra maestra con Fain (Dancing Moss), el invicto de Santa María de Araras, sea la más recordada, llevándolo hacia el título de Caballo del Año de 1986 con una campaña que incluyó triunfos en el República Argentina (G1), en el Comparación (G1), en el Honor (G1) y en ese Gran Premio Carlos Pellegrini (G1) marcado a fuego, el de Potrillazo (Ahmad), Bonsoir (Mariache) y El Serrano (Excel II)…

Su dupla con el ídolo Jorge Valdivieso está aún fresca en la memoria, sacando no sólo al crack Fain, sino también a otro ejemplar diferente como I’m Glad (Liloy), también de la divisa brasileña de Julio Bozano y con el que se llevó el Nacional (G1) y el Pellegrini en 1981 consagrándose como Caballo del Año y Campeón 3 Años Macho.

Con Cheerful (Ringaro) ganó el Derby de 1994 y a Brilliantly (Major Gundry) la hizo yegua del Año y Campeón Fondista en 1998, cuando se llevó los grandes premios Ignacio e Ignacio F. Correas (G1), La Mission (G1) y Copa de Oro (G1), este último contra los machos.

En la corta lució con Punk (Ringaro), héroe en el Suipacha (G1) de 1998, y con Diadoca (Dalry), como para mostrar que no importaba la distancia, que, como cuenta el dicho, “el que sabe, sabe…”.

Por sus manos pasaron muchos más campeones, y los nombres aparecen en la memoria con facilidad: Lazy Lode (Lode), Sally Girl, hija de su amado Fain, Samba Reggae (Mutakddim), Mi Sureña (Southern Halo), Harvard’s Bay (Halpern Bay), So Glad (Liloy), In Bay (Harvard’s Bay), Blue Baby Blue (Forever Sparkle), Charming Mary (Morston), Teresine (Halpern Bay), Gorbot (El Botija), etc. Podríamos seguir largo con la lista…

Tan pero tan bueno era Cacho que allá por fines de los años 80 y principios de los 90, cuando aparecieron las carreras para caballos árabes, tuvo la habilidad para darle forma a la campaña de Moro Famoso (Sayang), el tordillo emblema de la raza. Un monstruo.

Padre de Vicky y Gonzalo, ambos también en su momento intentando seguir sus pasos, Domingo Elías Pascual hizo una última visita a su querido Hipódromo Argentino de de Palermo el 30 de octubre del año último, cuando se corrió el clásico que tan merecidamente lleva su nombre.

Ya estaba desmejorado, pero lo disfrutó junto a los suyos y al público que siempre lo quiso y que le brindó una última ovación que, seguro, guardó profundo en su corazón. Se fue Cacho, pero ninguno de nosotros jamás lo olvidará.