El jockey paraguayo, entre los más destacados en Argentina desde hace varios años, cursa la cuarentena trabajando y disfrutando con la familia

El brote de Covid-19 y la cuarentena tienen a la actividad del turf reducida casi que a su mínima expresión. No hay carreras, no hay remates, no hay eventos, y lo único que más o menos sigue adelante son las mañanas de trabajo, para que la caballada encuentre desahogo en un buen galope o haga alguna partida como para no perder forma y estar lista para cuando llegue el momento de volver al ruedo.

La hípica es bastante rutinaria y la actualidad obligó a cambiar los tiempos, a adaptarse al momento. Los jockeys, por ejemplo, están haciendo lo que casi nunca: pasar mucho tiempo en casa.

Allí está, por ejemplo, Eduardo Ortega Pavón, el paraguayo que desde hace tiempo es líder en la Argentina y que mezcla sus apariciones de lunes, martes y viernes por el Campo 2 de San Isidro con una muy “ocupada” agenda hogareña.

“Miro todo el día Netflix”, lanza, antes de aclarar que por estas horas anda ocupado con “El Señor de los Cielos”, la serie que lo tiene eclipsado. Mecha cocina -otra pasión, como la fusta- y disfrutar al máximo junto Verónica, su mujer, y Luana y Olivia, sus hijas.

“Todavía estoy bastante tranquilo, no me afectó anímicamente este momento difícil. Hay que cuidarse y esta es la única forma, por eso mentalizarse es fundamental”, relata Orteguita, para luego agregar: “Hablamos mucho con los colegas, hablo por teléfono con la familia y los amigos, descanso un poco y tomo tereré… La vamos llevando”.

Como se dijo, el jinete va tres mañanas por semana a San Isidro como parte de mantenerse en forma, aunque reconoce que no es fácil: “No quiero perder estado, aunque estoy un par de kilos arriba por cuestiones lógicas. no es lo mismo correr todos los días que montar sólo en la mañana. En casa tengo una cinta y me troto bastante, me ayuda, pero nada se compara con competir. Extraño mi trabajo, pero trato de pensar lo menos posible en eso por mi bien. El cuerpo te pide actividad, dormís mal…”, confiesa.

Cuando se lo consulta si las mañanas tambén cambiaron dice: “Y… Sí, es más tarea de mantenimiento con los caballos que otra cosa. Yo le monto a Nicolás Martín Ferro, a Gaitán Dassié a Gustavo Scarpello y a Ricardo Cardón. Tienen que moverse porque son atletas y además tienen que estar listos para cuando se vuelva a correr. Un caballo sano y parado es lo peor, hay muchos riesgos de que se lesione en su box. Por fortuan en San Isidro nunca se paró, eso creo que es una ventaja con respecto a los otros hipódromos”.

Para Eduardo todo es llevadero, pero el parate lo preocupa por otros motivos: “Ojalá que se pueda volver a correr rápido porque hay mucha gente que lo necesita, que vive del día a día, ya sea personal de caballerizas o algunos colegas que no tienen la suerte de que le vaya tan bien. Nosotros ayudamos, como pasó con La Plata y ahora con Azul, que trabajaron muy bien para dar una mano, pero la necesidad es grande y con eso no alcanza. No hay nada como el trabajo.

Hace ya varios años que Eduardo Ortega Pavón forma parte de la élite entre los jockeys en nuestro país, y es él quien expone los motivos por los que cree que pudo dar ese salto de calidad: “Creo que mejoré mucho, trabajando, corriendo, mirando… Desde 2015 todo cambió para mí y estoy casi siempre prendido, bien montado, que no es un detalle menor; y ganando mucho. Cuando empecé era mucho más apurado, definía como si siempre se corriera en La Plata y me quedaba sin caballo en el final. Pero ahora espero más, uso más la cabeza. Miré mucho a Falero, a Noriega, a Herrera, a Talaverano, de ellos saqué muchas cosas para ir dando pasos. Y también creo que trabajar con Maxi Reigert como manager me ayuda mucha, hacemos un gran equipo. Cuando uno puede pensar sólo en correr es más fácil. El se preocupa mucho por conseguirme montas y ordenarme.

Mirando Netflix, entrenándose y disfrutando de su bella familia, Eduardo Ortega Pavón va pasando la cuarentena “como quieren ellos”. Conciente de que es la mejor forma para cuidarse y guardando la ilusión de pronto poder a volver a despuntar su pasión por correr un sangre pura de carrera. Cuando llegue el momento, física y mentalmente promete estar tan listo como siempre…

Diego H. Mitagstein