La entidad que nuclea jockeys y cuidadores paró las carreras del domingo en el Jockey Club; se sancionó a todos los jinetes que no cumplieron sus compromisos

Aunque muchos lo nieguen o no lo quieran ver, el turf argentino es un paciente crónico de terapia intensiva. Desde afuera no hacen mucho para ayudarlo, pero desde adentro el daño quizás sea mucho más grande aún, reduciendo una actividad estupenda, soñada, a un sacerdocio o un sufrimiento para muchos de sus integrantes.

Otra vez, la tercera en un lapso de 3 semanas, una reunión no llegó a su fin. Pero ahora no fue ni por una falla técnica o por un corte de luz, como había sucedido en La Plata, ahora la historia fue una disputa entre la Asociación Gremial de Profesionales del Turf (AGPT) comandada por Eduardo Ferro y el Jockey Club / Hipódromo de San Isidro, con Miguel Crotto, Presidente de la entidad, “en el otro rincón”.

¿Qué pasó para que la fecha del domingo encontrara un abrupto final después de disputada la sexta competencia. Pues bien, según informó San Isidro, la AGPT decidió que los jockeys no salieran a montar en reclamo a la deuda que la provincia de Buenos Aires mantiene con respecto al fondo de reparación.

Claro que Ferro y su gente no dijeron lo mismo. Según el otro equipo, “La decisión está basada en el mandato de la asamblea permanente realizada el jueves 5 del corriente y que había ‘ordenado’ a las autoridades presentar una nota el viernes 6 con un cronograma de pagos de los premios adeudados a todos los jockeys y entrenadores que participaron en las carreras de San Isidro”.

Luego, después de que el Jockey Club “devolviera gentilezas” suspendiendo provisionalmente a todos los jockeys que dejaron sus montas en blanco, también mediante un comunicado, expresó: “En las primeras horas de mañana -por hoy- la AGPT se hará presente en la Lotería de la Provincia de Buenos Aires con el objeto de que intervenga en el actual conflicto con el Hipódromo de San Isidro”. Además, solicitó a Palermo que “No adhiera a la arbitraria decisión del Jockey Club hasta que se expida el ente de aplicación”.

Rápido, el circo porteño informó que la jornada prevista para hoy se realizará con normalidad y bajo reglamento, es decir, sin los jockeys inhabilitados a raíz del conflicto, lo que será un problema gigantesco para propietarios.

Justamente, estos últimos resultan los más perjudicados por este conflicto que en unos pocos días escaló hasta crisis, causando pérdidas millonarias a la actividad.

¿Qué pasó para que de la noche a la mañana la Gremial de Profesionales se pusiera tan dura con San Isidro? No se sabe a ciencia a cierta el trasfondo de la cuestión, que luce más como una lucha de poderes entre Ferro y Crotto que como pedido legítimo. Lo que era “amor y permisividad” se transformó de golpe en exigencia gigante y odio aparente.  Es cierto que San Isidro no cumple con los pagos, pero lo correspondiente a la Gremial es el 20 por ciento de la deuda total. Y también es la cruda verdad que para abonar ese dinero el Jockey Club esperará el “giro goteo” del fondo de reparación, una ley que la provincia no tiene al día, después de manifestarse “pro turf” en campaña y también subiéndose al carro de las bondades nuestras cuando  la lucha con María Eugenia Vidal y su gente, para mantener la subvención viva.

Después de tantos años, quizás haya llegado el momento de para la pelota y cambiar de plan, de rumbo. Seguir dependiendo de fondos, leyes y políticos ya no parece viable, al menos para sostener las carreras de caballos y su industria, mínimo, como están; mucho menos para pensar en un desarrollo a futuro, diríamos que todo lo contrario: este camino es el de la desaparición en el mediano y largo plazo. Medidas como la de la Gremial no ayudan en nada, y tampoco la decisión de San Isidro inhabilitando a los jockeys que acataron la orden de huelga impartida por Ferro y que ahora estira las complicaciones para los dueños de los caballos.

Hubo quejas de estos últimos, del público y hasta de los propios cuidadores y jockeys, pues muchos de ellos no estaban de acuerdo y querían seguir compitiendo. En un domingo bien triste no ganó nadie, más bien perdieron todos.

Cayó por goleada el turf, que sigue sufriendo los avatares de una dirigencia que no termina de entender la coyuntura, que sigue buscando demostrar quien es más fuerte, quien tiene la manija, y que no se preocupa por los actores verdaderos ni por lo que pasa ni por lo que pasará.

Cuesta entender. Cuesta pensar la actuación de las asociaciones, de los hipódromos, de la política. Ya es una pesadilla sin fin de la que. o se despierta ahora, o no se despierta nunca más.

Diego H. Mitagstein