Profesionales, empleados y dirigentes se reunieron a la altura del disco para ofrecerle a la jockey una sentida despedida

Jinetes, dirigentes, empleados del propio hipódromo… todos se reunieron a la altura del disco al promediar la reunión de este jueves en Palermo para rendir un sentido homenaje a María Soledad Paganelli, la jockey que murió hace apenas unas horas a raíz de las lesiones que sufrió al rodar en la propia arena del centro la última semana.

Fue un momento difícil, sentido, donde no había más que hacer silencio. María hacía más de 20 años era parte de la colonia hípica, arriba de los caballos, pero también abajo, como en los tiempos más cercanos, cuando entrenaba sus propios caballos en el Campo 2 de San Isidro, su casa desde siempre. 

Amiga de todos, se ganó el respeto por su tenacidad y su don de gente, y ese sentimiento quedó de manifiesto en esa foto que quedará grabada a fuego para recordarla cruzando el disco adelante, sonriendo, lejos del triste e inmerecido final que le deparó el camino de la vida.

Paganelli, madre de la pequeña Delfina, fue la segunda jockey mujer que murió cumpliendo con su profesión en la historia del turf nacional. El único antecedente era el de Karina Rachid, que dejó este mundo el 12 de julio de 2000, al no poder recuperarse de las heridas múltiples que sufriera en una triple rodada de la que fue protagonista el 2 de julio de ese mismo año en el Hipódromo de La Plata, junto con sus colegas Jorge Ojeda y Marías Guzman. Karina tenía 27 años y había debutado apenas 7 meses antes, habiendo logrado apenas 5 victorias en su breve trayectoria.

María Soledad Paganelli, jockey, estará siempre en la memoria del burrero, que aprendió a quererla por su sonrisa contagiosa y su cariño hacia la actividad que abrazó fuerte cerca. Esa misma actividad que en el jueves feriado de Palermo le rindió un homenaje a corazón abierto.