El trofeo más preciado estará en juego este sábado en el Jockey Club de San Isidro; si el hijo de Il Campione gana quedará a una conquista de cortar una sequía de 26 años

Hablar de la Triple Corona resulta natural para el mundo del turf por estos tiempos. Sin embargo, ¿cómo comenzó todo? Pues bien, según se ilustra mayormente, el concepto de Triple Corona tiene su origen en los Papas. En el siglo XVIII el Jefe de la Iglesia Católica -el Papa-, llevaba un triregnum, tres coronas apiladas una encima de la otra como tocado ceremonial para ocasiones solemnes. Los británicos adoptaron el término Triple Corona para sus clásicos principales (las 2000 Guineas, el Epsom Derby y el St. Leger) a mediados del siglo XIX y el primer caballo a nivel mundial que completó la serie fue West Australian (Melbourne), en 1953.

Con el paso del tiempo los países más fuertes a nivel hípico establecieron sus propias Triple Corona, que en la Argentina está conformada por los grandes premios Polla de Potrillos (G1) y Polla de Potrancas (G1), Jockey Club (G1) y Nacional (G1), con la particularidad única de correrse sobre dos superficies: la arena de Palermo en el primer y último turno, y el césped de San Isidro en el pase intermedio.

Aquí, la primera vez que el pomposo título se puso en juego fue en 1895, cuando llegaron al calendario las Pollas, pues desde 1883 se corre el Jockey Club, el Classic más antiguo del país, y en 1884 se instituyó el Derby. Desde entonces han sido 20 los productos que consiguieron consagrarse como Triplecoronados, arrancando con Pippermint (St. Mirin), en 1902, y teniendo su último vencedor en 1996, cuando Refinado Tom (Shy Tom) (foto) redondeó la hazaña que desde entonces ningún otro producto consiguió.

De todos los héroes del trofeo aquí, sólo Tatán (The Yuvaraj, 1955), El Serrano (Excel II, 1986) y el mencionado Refinado Tom lo hicieron sobre superficies mixtas; el resto se llevó cada uno de los clásicos en la arena de Palermo.

Sierra Balcarce (Sandal, 1930) y La Mission (Congreve, 1940) son las dos únicas potrancas que estamparon su nombre en el historia de la Triple Corona, mientras que Congreve (Copyright) es el único padrillo que vio a dos de sus hijos imponerse en la serie: Embrujo (1939) y La Mission.

Si de estadísticas se habla, el Haras Ojo de Agua fue la cuna de tres héroes de la serie, pues allí se criaron Embrujo, La Mission y Forli, y de los 20 ganadores, 9 son hijos de padrillos nacionales y 11 de reproductores extranjeros.

No sería justo, más allá de los datos curiosos y de los números, dejar afuera de este repaso a Old Man (Orbit, 1904), Melgarejo (Amianto, 1906), Chopp (Penitente, 1908), Botafogo (Old Man, 1917), Rico (Picacero, 1922), Mineral (Leteo, 1931), Silfo (Silurian, 1934), Sorteado (Tresiete, 1938), Yatasto (Selim Hassan, 1951), Manantial (Gulf Stream, 1958), Gobernado (Ever Ready, 1964) y Telescópico (Table Play, 1978), los otros ganadores del trofeo más preciado de todos en la hípica mundial. 

La Triple Corona tendrá este sábado sobre el césped del hipódromo de San Isidro su segunda etapa, con El Musical (Il Campione) como único aspirante a igualar la hazaña de tantos cracks, ya que Una Arrabalera (Cima de Triomphe), que por su victoria en la Polla de Potrancas sería la otra con posibilidades, no fue siquiera inscripta.

Para el mundo del turf es imposible evitar soñar con que aparezca un nuevo crack capaz de unir las tres puntas más preciadas de todas. En Argentina, ese ídolo se extraña desde 1996. ¿Podrá El Musical quebrar la racha?