Seguramente el 28 de agosto vuelvan las competencias a Palermo, ahora la hípica deberá trabajar en conjunto y con prolijidad
El primer paso está dado: el turf argentino tiene por fin lo que tanto venía buscando: una fecha de regreso. Será seguramente el viernes 28 de agosto cuando Palermo devuelva la alegría al pueblo burrero, ese día se cumplirán casi 170 días sin actividad oficial en país, el parate más largo que tuvo el deporte a nivel mundial.
Será una tarde de felicidad para los propietarios, que podrán volver a ver correr sus caballos; para los profesionales, que trabajarán de nuevo con un objetivo en concreto, y no para “mantener” a sus créditos; para los jockeys, que se calzarán sus breeches después de tanto tiempo; y para el personal de caballerizas, que depende tanto de la competencia para su bienestar como de su sueldo.
Fueron horas interminables (son, en realidad). De sufrimiento, de ver entrar una industria amplísima en materia de posibilidades en un pozo y una crisis de las que sólo con el tiempo se conocerán las verdaderas consecuencias.
A la vez, puede ser el comienzo de una historia distinta. Distinta para la forma en que los hipódromos manejen sus negocios y traten a sus clientes (sean apostadores o propietarios); distinta en la relación con el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que siempre fue difícil pero ahora pudo acercar visiones; distinta para la actividad en sí, que de aprobarse la tan ansiada plataforma de juego online, pasará a transitar la ruta del despegue, que beneficiará aún a aquellos que ven en la tecnología un enemigo.
Habrá que dejar de estar en la chiquita para pensar una hípica grande, tanto como su potencial lo permita. De entrar en el terreno del desarrollo de las carreras de caballos después de años de curva hacia abajo. De valorar lo que tenemos y lo que supimos construir.
El camino no está recorrido en su totalidad, aún falta que San Isidro y La Plata retomen su actividad, y también que el interior crezca. Recién allí podremos darnos por satisfechos.
El momento, la pandemia, piden responsabilidad. Seamos serios y hagamos las cosas bien. Nos costó tanto volver que la prolijidad ahora debe de ser bandera.
Diego H. Mitagstein