Lucrecia Egger, Senadora por la Séptima Sección en la Provincia de Buenos Aires, habló con Turf Diario sobre su proyecto de emergencia para la actividad hípica

El turf tiene una propiedad: es cautivante. No es fácil, hay que caminarlo, conocerlo, sentirlo, pero una vez que se llega al final de esa ruta escaparle es casi imposible. Es una virtud, pero también un problema, ya que mucha gente ajena al deporte más lindo de todos no opta por esa salida, sino que prefiere mantenerse al margen, quizás apoyándose en viejos dichos o creencias que no tienen su correlato en la realidad.

Lucrecia Egger reconoce que no tenía idea de que se trataba la actividad hípica, y que también se dejaba llevar por aquellos prejuicios eternos y tan destructivos. Pero fue cuestión de que empezara a tener relación con el turf para que entendiera su rol social y su carácter igualador, dos de las cualidades que la Senadora por la Séptima Sección en la Provincia de Buenos Aires hoy reconoce en las carreras de caballos.

Egger fue noticia esta semana, tras presentar en la cámara alta bonaerense un proyecto de emergencia para la hípica con la intención de que a partir de allí se puedan mitigar los efectos de la falta de actividad tras la declaración de la cuarentena en el país ante el brote de Covid-19.

“Es una situación difícil, en la que no hay demasiadas certezas. Existen datos alentadores, pero el momento exige de la solidaridad de todos y en ese tren de ayudar es que presentamos nuestra idea”, cuenta Lucrecia en el comienzo de la charla, recordando además cuando nació su “pasión burrera”: “Soy de Azul y hace 4 años pertenecía a la delegación de asesoramiento jurídico. En ese momento el Jockey Club de mi ciudad se hizo cargo del hipódromo y empezamos a trabajar con la comisión directiva en conjunto con el Municipio. No tenía buenas referencias ni tampoco un posicionamiento social favorable. Confieso que no sabíamos del enorme impacto de la actividad hípica en la región y en la provincia, hasta que advertimos todo lo que promovía el turf como fuente de trabajo genuino y de esparcimiento, con una captación familiar increíble. Nos dimos cuenta que era una industria transversal como pocas, protegiendo a un sector muy vulnerable de la sociedad”.

Abogada de profesión, y volcada casi siempre hacia el costado social, Egger recalca la igualdad de posibilidades que se observa en el turf, con tres canales centrales como la cría, la cuida y los hipódromos.

-¿Cómo nació la idea de presentar una ley de emergencia?

-Unas 400 familias viven del turf en Azul, y con la situación surgió la señal de alerta. Es difícil dimensionar el impacto que puede tener la actividad frenada, una industria silenciosa. Dictar la emergencia te permite acceder con mayor facilidad a los beneficios que da el Estado, como créditos blandos y otras herramientas financieras para poder sostener la estructura en este momento tan duro. Es un punto de partida .

-Los pasos a seguir…

-La cámara no está sesionando, pero se está analizando hacerlo vía Zoom o Skype. Cada Senador aporta sus proyectos, pasa por labor parlamentaria y se define y se discute en comisión.

Asombra el cariño con el que Lucrecia habla del turf y sus muchas cosas positivas, aunque para quienes desde hace tiempo las comprendemos y disfrutamos sea algo normal. “Cuando indagás excede el nicho del azar, hay pasión, hay oficios que se transmiten de generación en generación. Este mundo atraviesa a la comunidad toda, y ese es el lugar donde me paro para proyectar herramientas como la ley de emergencia.

“Quiero destacar que es una de las pocas actividades cuya mano de obra es irremplazable por máquinas o por la tecnología, que está rodeada de la familia, formada por seres humanos; un trabajo artesanal y digno. Conociendo todo esto tenemos la responsabilidad de hacer. Hay capacitaciones internas, y hasta la propia vestimenta se elabora puertas adentro; es inagotable su generosidad”.

Lucrecia Egger no conocía la actividad hípica y cuando tuvo contacto fue casi como un amor a primera vista. El exceptisismo se transformó en respeto y admiración, tocándole ese costado social que ella misma distingue y que es lo que la moviliza en la vida.

El turf tiene esa magia, esa potencia, esa posición histórica de ser una de las industrias en las que el ser humano siempre será el ser humano, el amigo perfecto del caballo en pos de gestar un campeón. Allí donde el pobre se iguala con el rico, donde las posibilidades son inconmensurables y que, ya a esta altura, debería causar mucha más admiración que rechazo…