Ante 3 rivales, 2 perdedores y 1 debutante, se impuso por 18 cuerpos en el Criadores Argentinos del Sangre Pura de Carrera (L)

LA PLATA.- Emmbrujo tenía por delante la carrera más fácil de su vida, paradójicamente, cuando debió haber sido una de las más complicadas. A la hora de la verdad, el zaino del Stud Garabo respondió de la forma esperada y se floreó en el kilómetro del Clásico Criadores Argentinos del Sangre Pura de Carrera (L), disputado sobre pista pesada.

Debe de haber sido uno de los peores turnos jerárquicos de la historia del turf nacional el que este domingo abrió el proceso selectivo para los machos de 2 años en el hipódromo de esta ciudad. De salida era pobre, pues tenía 5 confirmados, entre ellos 2 perdedores y otros dos debutantes.

A las gateras faltó Furioso Dorado (Furious Key), uno de los que iba a estrenarse, y León Gallardo (Recital), el otro de los que se presentaba en sociedad, largó pésimo. Así las cosas, si todo aparecía sencillo para el enorme favorito, las cosas se le facilitaron aún más.

William Pereyra hizo todo lo posible para que su victoria se pareciera más a una pasada cómoda, evitando “arrancarle la cabeza” temprano a Evo Coatí (Evocado), que tuvo la valentía de correr adelante un pedacito. Pero, una vez en la recta, Emmbrujo (es incríble que el Stud Book Argentino haya permitido bautirzar un producto con un nombre tan similar al del enorme Embrujo, que debiera estar protegido…) aceleró apenas y su empuje natural le permitió sacarle en la meta inusuales 18 cuerpos de ventaja a Mudejar Moro (Lujo Moro), con Evo Coatí en tercero a otros 8 y León Gallardo en última posición a 44 del vencedor, llevándose a casa 88.000 pesos por hacer nada.

Al cuidado de Isidoro San Millán, pero presentado por Hugo Azcurra, Emmbrujo demoró 1m1s11/100 en recorrer la distancia, una marca interesante para el estado alterado del terreno, y ahora ostenta la corona de líder del proceso selectivo sureño, por lo menos hasta que enfrentamientos que realmente le acerquen algún tipo de esfuerzo lo ratifiquen.

Es imposible sacar conclusiones después de una carrera tan floja y sin ningún tipo de equivalencias, en la que Emmbrujo hizo lo que tenía que hacer y con una sobriedad llamativa.