El entrenador y su equipo recuperaron al zaino de un problema en el vaso para llegar 10 puntos al San Isidro

El triunfo de Nicholas en el Gran Premio San Isidro (G1) no fue fácil de conseguir ni dentro ni fuera de la pista. A la hora de la verdad, el hijo de Equal Stripes puso corazón para batir a un adversario tan duro como Pure Nelson (Mount Nelson), pero ya durante su preparación hubo que trabajar de lo lindo en las mañanas para que llegara en un nivel alto a semejante compromiso.

El gran responsable de que así sucediera fue Enrique Martín Ferro, su preparador. “Estamos muy contentos porque el caballo reprisaba de casi tres meses,  ya que se había rajado un casco; se tuvo que trabajar mucho para ponerlo en condiciones. A esta carrera llegaba muy bien, me gustaba mucho como estaba físicamente y como había andado en sus ejercicios. Si superó todo es porque tiene un gran nivel”, cuenta el profesional, con una sonrisa que evidencia el momento.

Agrega “Quique”: “Nicholas necesita cancha firme para rendir a pleno y algunas veces no la encontró. En el invierno es complicado el césped en San Isidro y no es esa la mejor situación para él, por eso lo retiro ese período y así lo cuido. Por suerte ahora la pista estaba dura y nos vino fenómeno”.

El cuidador sabía que nada iba a ser fácil: “La carrera se presentaba durísima, y así fue. La milla es una distancia donde generalmente, en este nivel, la competencia es mucha, y más para un caballo como el mío que corre de menor a mayor y necesita suerte para encontrar paso en el final. Cuando tuvo libertad salió como una flecha, con una gran conducción de Eduardo Ortega Pavón. Debo reconocer que durante el desarrollo me preocupé un poco, porque se hizo algo más lento de lo que esperaba y el grupo se hizo muy compacto; venía por dentro… Pero el jockey, lo solucionó todo buscando afuera en el momento propicio y encontró el andarivel para atropellar sin tropiezos”.

Enrique Martín Ferro sólo pide ahora que Nicholas continúe sin problemas físicos para buscar el double-event en el Anchorena de diciembre. Y que, por supuesto, no llueva.