De punta a punta se llevó el Gran Premio Palermo (G1), con el “estilo” de Candy Ride

El cronista va a cometer lo que para muchos podrá ser un pecado y para otros casi una falta de respeto, pero hacía mucho tiempo que no había en la Argentina un caballo que hiciera acordar tanto a un ícono como el irrepetible Candy Ride. No se trata de entrar en comparaciones odiosas sobre cuestiones de capacidad corredora (será difícil encontrar algún otro ejemplar que le compita mano a mano al viento…), pero la forma en que se mueve Equal Miller, sacando las manos bajito, su pelo zaino sin manchas y sus crines tuzadas trasladaron la memoria muchos años atrás, cuando el hoy padrillo de renombre mundial hacía sus primeras fantásticas armas en la misma arena de Palermo que ahora vio consagrarse al hijo de Equal Stripes.

Invicto salvo en el marcador, pues debutando fue distanciado tras ganar por varios cuerpos Equal Miller saltó de las condicionales a la exigente milla del Gran Premio Palermo (G1) sin más trámite y con boletos terminantes, pues fue cotizado enemigo prometiendo $ 3,90. Y la confianza de su gente como la del público encontró correlato en el nieto de Intérprete, que tomó la punta al partir, metió para de lo lindo y terminó redondeando una victoria fabulosa en brillantes 1m33s4/100.

Desde 5 “ocasionales” cuerpos lo escoltó Roman Crest (Roman Ruler), otra vez prendido en los G1, con Equal Valioso (Equal Stripes) en tercero al pescuezo, redondeando el 1-3 del padrillo, que tuvo una tarde para los libros. Willander (Sigfrif) y El Margot (El Garufa) completaron ahí nomás el marcador rentado.

Corre como loco Equal Miller, que a más de uno le trajo en Palermo el recuerdo del hijo del viento. Su historia en las pistas empezó tarde y recién ofrece sus primeros destellos, pero da derecho a soñar con mucho más. Tiene pinta de ser un caballo formidable.

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