La joven cabaña importó al tordillo que fue múltiple ganador clásico en las pistas de los Estados Unidos para la temporada 2021

Por Diego H. Mitagstein

Era cuestión de tiempo para que el primer hijo de Frankel llegara para ingresar a la reproducción en la Argentina. La excelente novedad, de las primeras que se producen en 2021 de cara a la cada vez más cercana temporada de servicio, llega de la mano del Haras Gran Muñeca, donde ya se encuentra aclimatándose Gidu.

Cumpliendo la premisa tan buscada de reunir físico, pedigree y campaña, su arribo es un nuevo paso en el desarrollo de la cabaña, que emprendió un plan de expansión en los tiempos recientes muy interesante. Establecido en los campos que primero fueron del Haras JCC y luego del Haras Los Irlandeses, y ya con 80 yeguas formando parte del plantel de madres, allí se va dando forma a un proyecto propio potente, sin pensar en una cuestión comercial y con la mente y las energías enfocadas en sacar los mejores caballos posibles para defender la chaquetilla turquesa y negra de la divisa.

De pelo tordillo, Gidu costó 457.000 dólares cuando fue adquirido como yearling por el Zayat Stables durante las ventas de Arqana, en Francia, y luego ratificó la confianza depositada en su estructura y en su genética con una muy sólida campaña de pistas, desarrollada principalmente en los Estados Unidos, aunque con un paso más que positivo por el festival de Royal Ascot, en Inglaterra.

El nuevo padrillo de Gran Muñeca debutó con un segundo lugar en Saratoga, desquitando al reprisar a los 4 meses en Gulfstream Park saliendo de perdedor por 3 1/4 cuerpos como gran favorito y en 55s84/100 para el kilómetro de césped, culminando así su primera campaña. Rápido encaró el terreno de los clásicos Gidu, siendo escolta a sólo la cabeza de Speed Franco (Declaration of War) en el Dania Beach (G3), saltando a la milla y otra vez en el principal hipódromo de la Florida.

Tampoco demoraría demasiado en llegar su primer festejo importante, pues a las pocas semanas se impuso en la milla de césped del Clumbi Columbia Stakes (L) de Tampa Bay Downs, repitiendo luego en el Paradise Creek Stakes (L) de Belmont Park, ahora sobre 1400 metros y empleando un registro estupendo de 1m20s44/100.

Tras esa actuación Gidu cruzó el Atlántico para correr en el mitín real británico la trascendente Commonwealth Cup (G1), cumpliendo una muy buena gestión con su sexto lugar a sólo 2 1/2 cuerpos de Eqtidaar (Invincible Spirit), recortado a los 6 furlongs.

De regreso al norte el tordillo seguiría sumando gestiones de valor, siendo cuarto en el National Museum of Racing Hall of Fame (G2), ganando un allowance duro en Belmont Park y escoltando desde 2 cuerpos a Tusk (Tapit) en el Tropical Turf Stakes (G3). En total, Gidu corrió en 21 ocasiones, venciendo en 4 de ellas, incluso a los 2 y 3 años, y totalizando premios por 305.407 dólares, destacándose desde la velocidad y hasta la milla, en un mix interesante y habiéndose medido con muchos de los mejores caballos de la división de su momento, como Raging Bull (Dark Angel), Channel Cat (English Channel), Annals of Time (Temple City), Ride a Comet (Candy Ride), Combatant (Scat Daddy), etc.

Sobre su genética, poco se puede aportar que no se conozca sobre Frankel, para muchos, uno de los mejores ejemplares de todos tiempos y que ahora desde el Banstead Manor de Juddmonte está consagrándose como un padrillo excepcional. El más rápido en la historia en llegar a las 40 crías ganadoras clásicas, tiene 12 de ellas ya vencedoras en el plano de los G1 y 41 graduales. Números infernales.

Por línea materna Gidu también es una joya genética. Manerbe (Unbridled’s Song), su madre, ganó a los 3 años en pocas salidas, y también produjo a la G3 Marbre Rose (Smart Strike) y a la titular clásica Avaitress (Shamardal), además de ser hermana materna de la G1 Zoftig (Cozzene), que luego también fue un vientre espectacular dando a las G1 Zo Impressive (Hard Spun) y Zaftig (Gone West), ambas ya abuelas clásicas.

En tiempos donde la economía no genera precisamente coraje, con un turf que navega aguas turbulentas, la llegada de Gidu es un bálsamo, la concreción de un sueño y el inicio de una ilusión. En Gran Muñeca no ven la hora de que sus crías lleguen a las pistas, que se calcen la chaquetilla y que el proyecto iniciado se cristalice en resultados. El haras está invirtiendo, en expansión, en una muestra de que la pasión supera todo. Gidu tiene bastante de la “culpa” de tan ambicioso, entretenido y bienvenido proyecto.