El entrenador se quedó con los dos Juvenile de las Estrellas y tiene material para soñar de cara a las Pollas

La gran figura entre los profesionales que dejó la 29na. edición de las Carreras de las Estrellas el último sábado en Palermo fue Carlos D. Etchechoury, el entrenador que se quedó con las dos versiones del Juvenile. Con Joy Epífora (Fortify) se llevó la prueba para potrancas y con el brasileño Ivar (Agnes Gold) el cotejo reservado para potrillos, garantizándose ambos el título de campeón joven de la temporada.

El hermano del medio de los “Pochi’s Boy” no aparece en los programas, donde Juan Manuel, su hijo, es el encargado de representarlo, en una decisión que tomó una vez que venció la suspensión que pagó por un tratamiento prohibido. Pero los caballos de Dany tienen su sello.

Para Dany ya había ganado el Juvenile Fillies con Ivory Tower (Southern Halo, 2001) y con True Passion (Orpen, 2009), y el Juvenile con Mach Glory (Honour and Glory, 2007) y con San Livinus (Mutakddim, 2009).

La charla comienza por Joy Epífora y naturalmente lanza el entrenador: “¡Qué manera de sufrir”, a lo que sonreir es irresistible. Luego, amplía el concepto: “Esta vez se portó bastante bien. El otro día, cuando corrió en San Isidro, me equivoque al ponerle careta. Pasa que me había quedado preocupado después de lo que había pasado en el Atucha (G1). A Iván -Monasterolo, el jockey- no le gustaba la idea, pero como hace poco que trabajamos juntos, no me lo decía. Después de que fallara decidimos sacársela y cambiarle el freno; me costó convencerlo, pero con ese elemento la pudo manejar mejor. Hasta su último trabajo usamos el freno, pero quedamos que para la carrera volveríamos al filete y pensamos en cambiarle la estrategia de carrera, traerla de atrás. Iván me dijo que iba a tratar y, si no podía, por lo menos intentar correr en el segundo grupo, para no hacer la locura del otro día. Lo hable con él y le dije que no se asustara si la potranca quedaba atrás. Nos dio buenos resultados”.

Dany reconoce que “También nos ayudó mucho que salieran La Hepburn (Fragotero) y Refinada Gloria (Equal Stripes) a correr muy fuerte la primera parte, porque rompieron el desarrollo y nos cayó de perillas para usar el plan que trazamos”.

“Ella tiene un motor bárbaro, pero hay que saberlo administrar. Estamos en ese proceso y, hasta ahora, tan mal no nos fue, porque ya ganó dos G1. Pero nada hubiera sido posible sin el gran trabajo de Iván, por lo que quiero resaltar su trabajo. Llegó a la carrera con una fe bárbara, estaba más seguro que yo con respecto a lo que iba a hacer Joy Epífora…”.

Lo ocurrido en la actuación previa de la potranca va y vuelve en la entrevista, y dice Etchechoury: “Lo que nos pasó fue un fracaso, un desastre, y me quedé con mucha bronca. En un momento dudamos en correr el Juvenile Fillies, pero la veíamos tan bien que decidimos estar presentes”.

Cuenta que el sueño es llegar ahora con ella a la Polla de Potrancas, el mismo objetivo que tendrá con Ivar si el potrillo brasileño no es enviado a los Estados Unidos para continuar allí su campaña para sus dueños actuales.

Sobre el zaino, cuenta: “Lo de Ivar fue estupendo, no me deja de sorprender lo fácil que hace todo. Demostró que corre en cualquier pista y que tiene un golpe de velocidad que deja parados a sus rivales a la hora de rematar una carrera. Es un potrillo muy manso, que te deja trabajar como a mí me gusta, y, la verdad es que estoy entusiasmadísimo con él porque me parece que en más distancia va rendir igual”.

Carlos D. Etchechoury vivió una tarde de nerviosismo, pero que tuvo el final que seguramente soñó durante toda la semana. Desde hace muchos años es protagonista en las grandes carreras, pero la sensación de un triunfo en un G1 nunca se hace costumbre; por el contrario, se renueva.

Simón Mitagstein