Después de 3 años compite otra vez en el país; su viaje a USA y su paso por la reproducción, en una historia mágica
Este jueves en La Plata, Keane volverá a correr en la Argentina después de casi 3 años y de una vida que tranquilamente podría servir para escribir un libro. Es tiempo de volver al ruedo para el hijo de Equal Stripes en el Clásico Stud Book Argentino (L), la prueba que ganó en 2016 y que fue el principio de una escalada que lo llevó a consagrarse como el mejor del Bosque, venciendo luego en el OSAF (G3) y en el Gran Premio Dardo Rocha (G1).
El hijo de Equal Stripes fue vendido para el Zedan Racing Stables tras aquella victoria consagratoria, pero su paso por la hípica extranjera no tuvo el tránsito que todos hubieran soñado. El objetivo era la Dubai World Cup (G1) de 2017 y para cumplirlo fue puesto al cuidado de Doug O’Neill en los Estados Unidos. Sin poder viajar a los Emiratos Arabes Unidos, el zaino sólo reprisó el 24 de junio ese año en el Precisionist Stakes (G3) de Santa Anita, cerrando la marcha a más de 20 cuerpos de Collected (City Zip).
Después de una derrota catastrófica y en la que sufrió una lesión en la entrecuerda de una mano, su futuro viró a negro, hasta que una idea apareció: Mónica López y Alberto Roberti, sus propietarios originales, encontraron la posibilidad de repatriarlo con la idea de tenerlo como padrillo en su Haras Santa Elena, y no lo dudaron, dando el visto bueno y armando una especie de sociedad.
Keane regresó a la Argentina en agosto de 2018 y sirvió seis yeguas; ya sus primeros productos están corriendo por los campos de Santa Elena. Pero allí no terminó su “vuelta”. Lo cuenta Alfredo Gaitán Dassié, el cuidador que lo llevó a lo máximo y que ahora sueña con devolverlo a los primeros planos: “Cada vez que íbamos lo mirábamos en su piquete y parecía sano. Un día decidimos ir con los veterinarios, le hicimos placas y ecografías y lo encontraron pleno, así nació la idea que regresara al stud”.
“Lo tuve 3 meses trotando para que se pusiera y, más allá de alguna pavada propia del almanaque, fue quemando etapas. Ahora está de 10, por lo menos de mañana, en el nivel que se fue. Le dimos pasada con Pablo -Falero, que lo correrá- y después de una vuelta de galope en la quinta pista lo metimos en los partidores e hizo 1400 metros en 1m27s notables. De partida final le hicimos 1000 finalizando hasta los 1200 y clavó el reloj en 1m13s2/5”, revela el profesional, sumamente entusiasmado con la reprise del zaino.
Se lo consulta sobre si el tema de que haya sido padrillo complicó su regreso. Explica: “Tiene una mansedumbre que hasta un chico lo puede montar. Por suerte ese no fue un tema en todo este operativo regreso”.
El de Keane no es el primer caso de un caballo argentino que regresa a la competencia en el país tras correr en el exterior. Imposible olvidar a Refinado Tom (Shy Tom), que tras alcanzar la Triple Corona de 1996 fue llevado por el Haras La Biznaga a los Estados Unidos.
Allí, atendido por Richard Mandella, salió a la cancha en 10 ocasiones, venciendo en el Native Diver Handicap (G3), pero sin poder volver a su forma original. En febrero de 1999 regresó a la caballeriza de Roberto Bullrich en San Isidro y, otra vez entre “gente amiga”, volvió a las andadas. Reprisó ganando el Benito Villanueva (G2) y después volvió a tocar el cielo con las manos haciéndose del Gran Premio Estrellas Classic (G1). Sumaría una victoria más en el Clásico Italia (G3) de Palermo para luego ser retirado a la cabaña que lo vio nacer, siendo subfértil y dado de baja automáticamente de la reproducción. Allí disfruta todavía de su retiro, a los 26 años…
Confiesa Gaitán Dassié que la ilusión pasa por llegar al Dardo Rocha para volver a hacer historia, y que si Keane hace una buena carrera en el Stud Book Argentino, seguramente compita luego en el OSAF (G3), repitiendo el camino que lo llevó a la gloria hace 3 temporadas.
Faltan apenas unas horas para la vuelta al ruedo de Keane, una aventura que ojalá tenga el final feliz que se merece, como para que el turf tenga otra historia maravillosa para contar…
Diego H. Mitagstein