Cerca de un punto de no retorno, sin reuniones a la vista, con los hipódromos paralizados, las bases podrían tomar el toro por las astas

La industria del turf ya empieza a preguntarse hasta cuando podrá resistir en medio de la crisis en la que ha quedado el sector ante la imposibilidad de realizar carreras y que ya lleva dos meses y medio. Con la mayor parte del planeta turf de retomando la actividad -incluídos los vecinos Uruguay, Chile y Brasil…-, aquí el panorama es realmente oscuro, empezando a manifestarse un desinterés por parte del mismo Gobierno que prometió respetar al sector como se lo merecía, antes de las elecciones del año último, claro.

Hace dos semanas la ilusión creció para todos cuando junto con Gustavo Posse, Intendente de San Isidro, un grupo de representantes del turf se reunirían con Carlos Bianco, Jefe de Gabinete de Axel Kicillof, Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, pero la felicidad se fue transformando en desazón, primero ante la suspensión del encuentro y luego ante la imposibilidad de realizar una reprogramación que, incluso, hasta ahora, no se ha conseguido.

Como tantas industrias, el turf está pasándola mal en esta larga cuarentena que se ha decretado por la pandemia de Covid-19 en todo el país. Los propietarios ya no quieren pagar más pensiones para galopar, los criadores tienen los potrillos en sus campos cuando ya empieza a empujar la generación siguiente; los profesionales y el personal sienten la falta de carreras y la suspensión de una entrada fundamental por comisiones. Todo, lamentablemente, desemboca en que empiece a cortarse la cadena de pagos, ahondando los inconvenientes.

Esta maraña de malas noticias empezó a movilizar a las bases quienes podrían encarar de aquí a sólo unos días una serie de medidas de protestas que incluirían manifestaciones. Para hoy a la tarde está prevista una reunión en la sede de la Gremial de Profesionales para analizar los pasos a seguir, pero con la firme idea de empezar a visibilizar la problemática del turf.

Posse participó ayer del programa que conduce Eduardo Feinmann por la señal América Noticias y volvió a pedir públicamente por la vuelta del deporte hípico, en el único político que hoy por hoy no tiene problemas en defender la industria, a sabiendas de que mucha gente en su distrito depende de él.

En La Plata la situación ya directamente es angustiante. Un jockey de los más ganadores y que suele visitar el Bosque para trabajar, contó sin tapujos: “Acá la gente directamente ya no come”. Tan arriba escaló la cuestión.

Resulta inexplicable la postura del Intendente Julio Garro que, a diferencia de Posse, ignora olímpicamente todo lo que refiere al hipódromo y a su gente. Cuesta entender muchas veces posturas políticas que atañen a una preocupación que debería ser directa y participativa pero que, en este caso, es inexistente.

El entrenador Nahuel Orlandi está convocando por las redes sociales a toda persona vinculada con el deporte a una reunión para reclamar volver a correr antes del mes de julio y el pago urgente de los premios adeudados a los propietarios, pues, como ya se comentó, la semana última se liquidaron 5.000.000 de pesos en comisiones.

La propuesta de Orlandi podría ser acompañada por la gente de San Isidro en la organización de un movimiento fuerte que sirva para que la política y el país se enteren de la situación por la que atraviesa el turf.

En Palermo la historia no muestra cambios, con la enorme dificultad de la manifiesta falta de “cariño” por parte de las autoridades de la Lotería de la Ciudad de Buenos Aires (LOTBA) por el viejo hipódromo.

Y ya que se habla de hipódromos, es realmente preocupante a esta altura que aquellos que se consideran líderes de la industria pasen semanas sin emitir siquiera palabra sobre las circunstancias que se viven o si existen o no adelantos en materias de tratativas.

Se sabe que en La Plata es una anarquía absoluta, sin nombramientos por parte de una Lotería de la provincia que viene cumpliendo un papel pobrísimo, despreocupada de aquellos sectores por los que debería responder, pero tanto San Isidro como Palermo podrían ponerse la actividad al hombro y ser las locomotoras del pedido. Sería lo más lógico.

Así está el turf argentino, en una crisis que bordea lo terminal, con sus 80.000 puestos de trabajo girando en la rueda de la fortuna y un Estado que, otra vez, se muestra ausente. Para variar.