El hijo de Bernstein empieza en 2018 a trabajar comercialmente como padrillo en La Mission Robles

Historia dura la de Storm Mayor, el caballo que supo de la gloriay el ocaso; que pasó de crack a quedar muchos años en “cautiverio”; que sufrió como nadie un mar de peripecias que se extendió por exactamente 11 años; una eternidad. Contrastes que alegran y entristecen rodearon aquél culebrón en el que el hijo de Bernstein pagó carísimo errores ajenos, sufriendo desprecios hasta entendibles. Pero, como dice la canción: todo tiene un final, todo termina, y esos tiempos de pena para el campeón que ganó los grandes premios Carlos Pellegrini de 2005 y 2006 llegaron a su fín, con un 2018 en el que disfruta su “libertad”, esperando por conocer “novias”, en la que será su primera temporada de servicios “comercial”, tras cubrir tres yeguas en 2017, cuando el horizonte empezaba a clarear.

Después de ganar su segundo Pellegrini, Storm Mayor fue vendido al príncipe saudí Tirki bin Badar bin Saoud gracias a la intermediación de un agente árabe radicado en los Estados Unidos y que contó con la pata sudamerican en un colega chileno y otro argentino. Una vez concretada la transacción, el hijo de Bernstein fue invitado a correr la Dubai World Cup de 2007, y hacia allí se aprestaba a viajar cuando fue “interceptado” en Ezeiza por un inusual y espectacular operativo de la aduana, entidad que alegaba que el caballo no podía haberse vendido por menos de 2 millones de dólares, un número antojadizo.

El caso fue caratulado como “contrabando” por aduana, Storm Mayor no viajó y quedó “detenido”, atravesando a partir de allí decenas de inconvenientes, procesos y cuestiones rarísimas, como una denuncia por robo, una vez que fue retirado del stud de Juan Esteban Bianchi, su cuidador, donde pasó 4 años…

Tirki bin Badar bin Saoud quiso solucionar el tema en un principio, con dos opciones por delante: o que le devolvieran el dinero o que le mandaran el caballo. Pero todo se complicó, ninguna de las dos cosas pasaron. El príncipe murió y sus herederos no quisieron meterse en el problema gigante en que había entrado la causa.

Muchos años pasaron desde ese terremoto judicial, plagado de abogados, informes, documentos, investigaciones y expedientes; tiempo durante el cual Storm Mayor no hizo otra cosa que sufrir.

Pero la actualidad del crack es diferente, pues, por fortuna, el proceso levantó la “condena” que pendía sobre el caballo y ahora pasa sus días en La Mission Robles, donde trabaja como padrillo, aunque pocos lo saben. Cuenta Freddy Pont Lezica, a cargo del establecimiento donde funcionó antes la recordada Estación de Montas: “El caballo está bárbaro, en gran estado. Listo para trabajar. La idea de su dueño es que sirva un grupo de yeguas y que tenga por fin la posibilidad de probar que puede ser tan bueno en la reproducción como lo fue en la pista”.

El destino quiso que en la vida de Storm Mayor se diera otra paradoja. En 2007 debía animar la Dubai World Cup que terminó ganando el crack Invasor (Candy Stripes), un ratito después de que Asiatic Boy (Not for Sale) se llevara el UAE Derby (G2), se quedara con la Triple Corona de los Emiratos Arabes Unidos y abriera una de las jornadas memorables para el turf nacional a nivel internacional.

El “encuentro” con Asiatic Boy no se produjo en Dubai, pero el destino quiso que ambos finalmente se conocieran en La Mission Robles, donde hoy ambos son los únicos padrillos en actividad para un proyecto que recién arranca…

Diego H. Mitagstein