El hijo de Equal Stripes alcanzó una victoria fantástica en San Isidro, pero el turf sudamericano sacó adelante un Latino que quedará en la historia con el corazón de siempre

Hasta suena raro decir que se está haciendo costumbre para el turf argentino ganar el Longines Gran Premio Latinoamericano (G1-2000 m, césped). Después de renegar por años, de sufrir derrotas y más derrotas, la hípica que es líder en el continente va poniendo las cosas en su lugar.

La 36ta. edición de la fiesta continental le dio a nuestro país el tercer festejo al cabo de los últimos 4 años -y que hubieran sido 5 sin la desclasificación de Don Inc (Include) en Gávea, Río de Janeiro-, el séptimo desde que la historia comenzó, quedando a sólo tres de Brasil, que con 10 lauros lidera la “tabla de posiciones”. Esta vez, la “gentileza” la aportó Tetaze, uno de los mejores potrillos de la temporada anterior y que encabezó el 1-2 albiceleste batiendo por 2 cuerpos al estupendo Miriñaque (Hurricane Cat), con el brasileño Pimper’s Paradise (Put It Back) completando la trifecta a un largo más, descontando grande.

No fue un Latino más. Por el contrario, quizás haya sido el más difícil de todos. Supo en alguna época de dificultades la carrera, incluso, hasta el punto de no poder disputarse entre 2000 y 2003. Cuando todo caminaba sobre ruedas en este 2020, las disposiciones sanitarias en la provincia de Buenos Aires ante el brote de Covid-19 complicaron el panorama y el aplazo estuvo cerca; a nada. Pero en un formato de “casi” sin público, la organización “llegó al disco”, un mérito, sin dudas, ante un escenario bravo. Hubo premio, pues la jornada dejó casi 41 millones de pesos en apuestas, una fortuna para los tiempos de vacas flacas que transita la nación.

Tetaze, el héroe, el dueño de todos los aplausos, es otra obra maestra de un entrenador que llegó desde otra galaxia: Roberto Pellegatta, que este sábado en el Hipódromo de San Isidro llenó uno de los pocos casilleros que le quedaban vacíos a su palmarés. Tenía confianza, y el zaino cerró una semana particular para el preparador, que de sábado a sábado levantó 5 copas clásicas. Un infierno.

No sorprendió Tetaze, todos sabían de sus cualidades, aunque sí quitó definitivamente la duda de su capacidad para rendir al tope en el césped, tal como ya lo había logrado en la arena. Después de una corrida tildada como descomunal, tuvo un jockey preciso y arriesgado como Gustavo Calvente, que lo corrió con la fe del mundo. “Estaba muy entrenado, andaba bárbaro, por eso rápido busqué la carrera”, contó, luego, visiblemente emocionado.

Miriñaque apeló a su remontada de siempre, descontando mucho y ratificando su pertenencia a la élite, en la que, según sus propietarios, fue la despedida de las pistas nuestras, pues continuará su campaña en los Estados Unidos. 

Pimper’s Paradise aprobó con su excelente tercero, y el chileno Savitar (Daddy Long Legs) fue cuarto con sus “cositas” en el desarrollo. Para el uruguay Ajuste Fiscal (Ioya Bigtime) habrá que reservar un aplauso, consiguiendo la mejor labor histórica para un caballo charrúa después del triunfo de Good Report (Ride the Rails) en 2007; sin dudas es un caballo Clase A.

El reservado de La Pomme había sido sexto en la pista, pero subió una posición ante el distanciamiento al séptimo puesto del brasileño Nao da Mais (T.H. Approval), un “cuento aparte”.

El ganador del último Pellegrini le arruinó la vida a Imperador, pero propiamente dicho. Nadie pudo entender lo que quizo hacer Carlos Lavor en las riendas del oscuro del Haras Phillipson, que había sido el puntero, como todos lo esperaban. En la recta buscó hacia afuera Lavor y arrastró a Imperador, molestándolo durante todo el derecho y privándolo de ser parte de la definición, lo que había sucedido de no haber existido el deliberado e inexplicable foul.

Por supuesto, el reclamo duró 10 segundos ante de modificarse el marcador, pero la bronca para todo el equipo del Stud RDI tardará varios días en despejarse. Lo de Lavor fue vergonzoso, inexplicable en un jockey de su experiencia y de su nivel, tanto que la comisión de carreras del Hipódromo de San Isidro debe pensar en una sanción severísima, no sólo  por la acción, sino por la intención, por el marco y por el bien de la hípica. El punto negro del Latino.

Ganó Tetaze y fue justicia, estrenando los colores del Stud Bingo Horse, que adquirió en las semanas previas un porcentaje de su propiedad, tal como había hecho antes con Sandino Ruler (Roman Ruler). Este siguió camino al exterior y da la sensación de que el campeón latinoamericano puede transitar la misma ruta.

Estuvo brillante, Tetaze, como su jockey y su cuidador. Fue figura de una carrera que tuvo un nivel de calidad superlativo, que ratifica las bondades de Argentina como sede (todos quieren correr) y que pese a las severas circunstancias que lo envolvieron, salió adelante.

Es cierto que ganó Tetaze, pero por todo, por la coyuntura, el Latino 2020 fue un triunfo para el pujante turf del continente, que pelea, lucha, con clase y corazón. Siempre.

Diego H. Mitagstein