El entrenador anunció su retiro; un mano a mano imperdible con Turf Diario

Cuando se analiza la trayectoria de Luca Cumani en el entrenamiento de caballos de carrera, se llega rápidamente a la conclusión de que fue un referente a nivel europeo e internacional. Después de 43 años de trayectoria, el italiano anunció recientemente su retiro oficial de la profesión y la noticia causó un dejo de tristeza pero, también, un sinfín de recuerdos y homenajes para con un hombre que, además, fue forjador de muchas de las figuras más fuertes del turf actual; un maestro de profesionales.

Hijo de un padre también entrenador y de una madre jockey amaetur, el destino para Luca no podía ser otro que estar ligado a las carreras de caballos. Empezó en Italia, su patria, pero para los años ‘70 se radicó en Newmarket, Inglaterra, para aprender muchos de los secretos de su oficio como asistente del inolvidable Henry Cecil. En 1976, abrió su propia caballeriza en Bedford House y desde allí un espiral de grandes triunfos y caballos forjaron su enorme campaña.

Falbrav (Fairy King), Barathea (Sadler’s Wells), Kahyasi (Ile de Bourbon), Gossamer (Sadler’s Wells), Commanche Run (Run the Gantlet), Red Slippers (Nureyev), Shamshir (Kris), Legal Case (Alleged) y Postponed (Dubawi) fueron algunos de los grandes cracks que pasaron por sus manos, esos que le permitieron ganar 2 veces el Epsom Derby (G1), otras tantas 1000 Guineas (G1) irlandesas, en 3 oportunidades el Grand Premio D’Italia (G1), el Breeders’ Cup Mile (G1), 6 Sun Chariot Stakes (G1), 3 International Stakes (G1) o el King George VI and Queen Elizabeth Stakes (G1).

Desde Newmarket, Inglaterra, su base, su lugar en el mundo, Luca Cumani aceptó el mano a mano con Turf Diario con amabilidad, que derivó en una charla extensa y jugosa para lograr una entrevista exclusiva.

Obviamente, lo primero era conocer las razones de su retiro, que cuenta con sinceridad: “Hay varias cuestiones que me llevaron a dejar de entrenar. Mi corazón sigue con la pasión por mi trabajo, pero mi mente no dice eso. En mi larga trayectoria tuve la enorme suerte de cuidar muchísimos caballos de calidad y hoy no puedo competir dentro de una hípica tan fuerte. Los últimos dos años me costaron demasiado. Perdí a mi cliente principal, otros murieron y algunos cerraron sus operaciones, por lo que fue imposible de hacerme de la calidad de caballos necesaria para dar pelea. El momento económico de las ventas también es muy potente y sin dinero no se puede acceder a los buenos productos en los remates. Soy competitivo por naturaleza y se que a mi edad me va a costar volver a ganar carreras como las que gané ya sin tantas oportunidades. Tuve suerte y mejor no me pudo haber ido, pero creo que llegó el momento de apartarme. Por supuesto que no me desconectaré del mundo que amo; me dedicaré a la cría en mi haras, a disfrutar cosas distintas: un recital, un partido de fútbol, de mis amigos…”.

-¿Qué le dejó a Luca Cumani tantos años en la hípica?

-Mi vida fue fantástica. Viajé por el mundo, competí en casi todos los países, gané muchísimos G1 y pertenecí por muchos años al máximo nivel de competición. ¿Qué más podría pedir?

-¿Haber trabajado con Henry Cecil fue la mejor base que podría haber tenido?

-Fue muy importante, porque me permitió conocer, aprender, tomar todo del excelente trabajo que siempre realizó. Henry era distinto, tenía una forma propia de entrenar a tantos buenos caballos que pasaron por sus manos, y yo traté de sacar lo mejor en ese tiempo.

-Al margen de sus éxitos, se lo reconoce como un maestro de cuidadores y un formador de jockeys. Frankie Dettori, Jimmy Fortune, Kieren Fallon, Cristophe Clement, David Simcock, Marco Botti se iniciaron con usted. ¿Qué sensación le produce esa particularidad?

-Quizás sea uno de mis más grandes orgullos haber sido referente para tantos profesionales excepcionales. Haberlos podido ayudar en sus comienzos a tantas personas que después fueron tan grandes.

-Si tuviera que elegir el mejor caballo que preparó, ¿con cuál se quedaría y porqué?

-No es fácil, pero diría que Falbrav fue un caballo singular, muy bueno. Fue un modelo de consistencia, que aprendía día tras día, tanto cuando era potrillo como cuando ya de adulto había alcanzado tantos logros. Hacía todo bien, maduró, se puso fuerte y en un momento parecía imbatible. Viajé con él por todos lados y nos fue bien en la mayoría de las ocasiones. Un crack.

-Entre tantos triunfos importantes no debe de ser fácil elegir cuál disfrutó más…

-Realmente, no. Sin embargo, el Breeders’ Cup Mile de 1994 con Barathea fue inolvidable. No sólo por la trascendencia de la carrera, sino porque era un caballo con el que no había tenido suerte casi nunca, que siempre perdía carreras de primer nivel que podría haber ganado. Pero esta tarde se dio todo bien y, por suerte, pudimos tener a Frankie Dettori con nosotros para que arreglara todo.

-¿Qué es lo que más va a extrañar de entrenar caballos de carrera?

-La excitación que me generaba. Esa previa a las buenas carreras era algo indescriptible. Pensar en qué rivales tendríamos, cómo sería la carrera, si iba a llover, la incógnita de que no pasara nada antes… Y también recibir los yearlings cada temporada, tratar de soñar con moldear campeones con algunos de ellos. Ese primer día de un caballo en un stud es único…

-Si se tuviera que quedar con un jockey y un entrenador como los mejores con los que tuvo la suerte de tratar o competir, ¿a quienes elegiría?

-Hay muchos grandísimos profesionales. Pero creo que Frankie Dettori ha sido un ícono. Fue talentoso desde siempre, inteligente y tenía la habilidad de hacer ganar los caballos, que no todos tienen. Su estilo es único, excepcional; la forma en que trae a sus montados en el desarrollo; y además es un showman. Entre los cuidadores, Henry Cecil fue fantástico, pero Sir Michael Stoute y John Gosden han sido y son fenomenales.

-Si tuviera la posibilidad de decirle algo al mundo del turf en esta despedida…

-Muchas gracias a todos. Al turf inglés por cómo me recibió, por hacerme sentir uno más. Un gracias enorme a todos…

Diego H. Mitagstein