El campeón se tomó revancha de Labrado y lo batió por el pescuezo en el Clásico Irlanda (G3) de Palermo

Por Diego H. Mitagstein

El ¡dale campeón, dale campeón! retumbó fuerte en la herradura de los vencedores del Hipódromo Argentino de Palermo entre los muchos que acompañaron a Luthier Blues en su notable victoria sobre Labrado en el Clásico Irlanda (G3-1000 m, arena). Brazos en altos, voces a punto de explotar, sonrisas y hasta lágrimas fueron el marco que emocionó, que se robó las miradas y las fotos después de una carrera que resultó tan espectacular como todos esperaban.

Después de caer dos veces ante Labrado, el campeón velocista reinante se tomó revancha de su encumbrado hermano paterno superándolo por el pescuezo en los tramos finales, quitándole el invicto y haciendo que la tercera fue la vencida, paradójicamente, en un tiempo que fue de los más “lentos” entre sus ahora 16 victorias: 55s51/100, aunque sabemos que el cronómetro porteño es poco confiable, cuando está rápido y cuando no.

Después de un período en el que había perdido un poco de furia, el mayor de los hijos de Le Blues había retornado al éxito hace unas semanas en el Clásico Jerry Honor, y ahora le daba la “bienvenida” a Labrado a su ring, este reprisando tras 4 meses, luego de ser retirado de los partidores en el Gran Premio Félix de Alzaga Unzué (G1) y, sorpresivamente, encaretado.

Vida Furiosa (Safety Check) salió arando de los partidores y voló en la primera mitad, con un par de cuerpos de ventaja sobre Labrado, que esperaba un par de cuerpos por delante de un Luthier Blues sobre el que Brian Enrique trabajaba para acomodar. En los 400 ya Labrado había igualado a la potranca y poco a poco empezaba a dominar, con el grandote azuleño también tomando velocidad. Se armó Luthier Blues y en la cuadra final lanzó el ataque que le permitiría cobrarse revancha de su gran rival que, valiente, se defendió aunque sin poder aguantar.

Emocionado, todavía tratando de reaccionar tras el triunfo, Gonzalo Sarno, preparador del caballo del Stud Kirby’s contó a la TV porteña: “Trabajamos mucho con el caballo para devolverlo a su mejor forma. Quiero agradecer muchísimo a Gustavo Bayón, que es nuestro veterinario, y a todos los que nos dan una mano con el caballo, a mi viejo y a mi equipo. Y a Walter Roldán y su familia, los propietarios, que confía mucho en nosotros, le pedí que le demos una oportunidad más y hoy estamos disfrutando de un Luthier Blues ganador de nuevo. Veremos cómo seguimos ahora, no sabemos qué correremos, pero lo decidiremos en equipo en los próximos días”.

Por su parte, también conmovido con la situación y la lluvia de aplausos que acompañó al crack en su vuelta para la foto, Walter Roldán, dejó sus sensaciones: “Estoy muy feliz por el caballo, porque el negro se merecía cruzar el disco adelante de nuevo, estar primero. Gonzalo -Sarno, el entrenador- tuvo mucho que ver y fue quien decidió correr esta carrera y confiar en que podía ganar. La gente lo ovaciona, lo grita, qué más no puede pedir un propietario? Sueño festejar con mi familia y agradecerles por aguantarme, seguirme, mi mujer, mis 6 hijos, nietos, mi suegra, a la gente de Necochea y a todos quienes adoran este caballo”.

La batalla del Clásico Irlanda tuvo a Luthier Blues como ganador, que tiene en el jockey Brian Enrique un socio perfecto, con el que nunca perdió en las 9 ocasiones en que trabajaron juntos. Pero lo de Labrado también fue meritorio, cayendo con todos los honores, cediendo su invicto ante un gran rival y con el que, seguramente, se volverá a cruzar pronto, ya sin la reprise de por medio.

Quizás ese duelo se de el 1 de mayo, otra vez en Palermo, con el Gran Premio Ciudad de Buenos Aires (G1) como trofeo en juego. De ocurrir, nuevamente el espectáculo estará garantizado y el público disfrutará de otra topada entre dos caballos de singulares características y que se han sabido ganar el cariño del público con su talento y corazón.