“Brazo Fuerte”, como lo apodaban, tenía 82 años; fue jockey apasionado, entrenador, profesor en la Escuela de Aprendices de San Isidro y parte del comisariatio; una figura inolvidable

No es fácil ganarse el cariño grande del burrero, exigente, tantas veces opinando más con un boleto en el bolsillo que con el corazón. Pero Aníbal Daniel Etchart fue uno de esos jockeys a los que todos respetaron siempre, los que estaban en la tribuna y también los colegas con los que compartió tantas gateras como tardes en el “cuarto”.

Marcó una época con su “Brazo Fuerte” ganando carreras que para otros eran imposibles, y se ganó ese apodo -originalmente le decían “El Polaco”- por su forma recia y apasionada de montar, sin dar nunca un final por perdido hasta cruzar el disco. Brilló con el breeche, la fusta y el casco, pero fue también entrenador, profesor en la Escuela de Aprendices del Hipódromo de San Isidro y parte del comisariato en el circo del Jockey Club. Aníbal, Brazo Fuerte, murió este miércoles, a los 82 años, y su historia fantástica se convirtió ahora en leyenda.

Allá por los años 60’ y ‘70, contra “nenes” como Irineo Leguisamo o Eduardo Jara, Etchart supo ganarse su espacio. Nació el 20 de enero de 1938 en Cardales, Buenos Aires, y a las 14 años ya andaba corriendo cuadreras por la Ruta 6. Era hincha de Boca y tenía a Juan Manuel Fangio como su ídolo deportivo, como contó en alguna entrevista no tan lejana.

Debutó llegando lejos con Saint Lord, al cuidado de Ernesto Arce, que al poquito tiempo le daría a la yegua Neutrónica para que ganara su primera carrera. De allí en más su carrera entró en un espiral ascendete que tuvo picos fuertes, como cuando ganó con Pechazo (Guatán) el Gran Premio Jockey Club de 1960 o con Trousseau (The Yuvaraj) el Gran Premio Nacional de 1963, sólo por recordar algunos de sus logros.

Solía decir que el jockey más completo que vio era Elías Antúnez, que lo admiraba más que a nadie. Pero Irineo Leguisamo, Artigas, di Tomaso, Cayetano Sauro, Ramón Ciafardini, “Pocho” Nardi o Vilmar Sanguinetti estaban en su menú de cracks. 

Le preguntaron cuál fue la mejor carrera que ganó, y no duó: “Fue con Sena (Kazán), una potranca del Stud San Javier que cuidaba Juan Carlos Etchechoury; el Selección… Me dijo que la trajera última y así entre a la recta. Ganamos…”.

Nombraba a Yatasto (Selim Hassan) y Candy Ride (Ride the Rails) como los mejores caballos que vio correr y durante su etapa de cuidador, si bien no tuvo el mismo brillo que como jockey, logró muchos triunfos.

Cuidó a Generala Fabela (General) y a Ivory Pirate (Passionate Pirate), pero también a Terrible Toss y Vicente Toss, dos Egg Toss bien corredores, a Jarifo (Four Fingers), Long Shot (Trial by Error), El Trapiche (Jack Hylton), Edgar Toss (Egg Toss), Caribean (Robin des Bois), Mozambique (New Noble) y hasta se lució con varios caballos árabes, cuando corrían en San Isidro. Biphar (Imperial Napharr), LM Sephar (Biphar) y ZT Fawsing (Ies Ibn Fawkie) fueron los mejores.

Aníbal Daniel Etchart se retiró oficialmente el 31 de diciembre de 1982, ganando con Mayaso de punta a punta. “La gente me aplaudía como loca, pero cuando miré la cancha me angustié porque sabía que no la iba a pisar nunca más”, recordaba. El 23 de junio de 1995 participó de una carrera de viejas glorias en Palermo junto con Miguel Sarati, Héctor Santos, Omar Labanca, Pablo Sahagián y muchos más y fue cuarto con Lanchero (Far), y sería la última vez que su Brazo Fuerte trataba de hacer cruzar un pingo adelante.

Siempre con una sonrisa, siempre atento y educado, Aníbal Etchart fue un ídolo del turf argentino. No habrá nadie que no lo extrañe de aquí en adelante…

Foto: de Turf un Poco