La actividad hípica debió detener su andar tras el Decreto de Necesidad y Urgencia dictado por el Gobierno Nacional para tratar de bajar la curva de Covid-19, en el peor momento de la pandemia

Parece un déjà vu. Otra vez el turf argentino detiene su marcha, como todas las actividades productivas del país, ante una pandemia que no cede y el desconcierto de un Gobierno que tiene la herramienta para mejorarlo todo, pero no la consigue en el nivel necesario: las vacunas. El nuevo Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) firmado esta semana por el Presidente Alberto Fernández y que se conoció en las últimas horas de este viernes aumentó las restricciones y vuelve a poner a la Argentina casi en la Fase 1 de la cuarentena, esa que en 2020 se extendió por demasiado tiempo y que dejó a todos mirando al sudeste.

Hoy, con mucho tiempo y experiencias atravesadas; con aprendizajes grandes realizados, la historia se repite y se vuelve a apelar a guardar a todos para ver si se logra achatar la curva de contagios, que camina por el techo más alto desde que el Covid-19 llegó al país, pero que en realidad jamás bajó.

Un día de carreras perdido es una enormidad; ni pensar lo que serán 9 (lo que proyecta el aislamiento fresco, como mínimo), sin contar que las decisiones se toman de un día para el otro, arruinando el trabajo de meses; todos sabemos que con los caballos nada es instantáneo. El pueblo responde, acata, se cuida, pierde, pero arriba las respuestas son siempre “martillazos”. El turf no es una isla, es una actividad productiva como tantas otras que pelea por sobrevivir, que genera empleo y dignidad, pero detenido, con las gateras a un costado de la pista, se vuelve carísimo.

El DNU habla de que las medidas actuales y que ojalá den algún resultado, se extenderán hasta el 30 de mayo, inclusive, y que se repetirán el fin de semana del 5 y 6 de junio. 

El Hipódromo de Palermo, bajo la órbita del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, recibió la orden de detener su actividad, aunque estaba dispuesto a mantener las carreras si había autorización. Así las cosas, el plan es regresar el mismo 31 de mayo, por lo que este lunes se procederá a anotar para dicha jornada. 

San Isidro y La Plata, en tanto, regidos por el ámbito bonaerense, también pusieron un stop a sus carreras. Por el lado del Jockey Club, dio de baja las fechas programadas para este domingo, martes 25 y sábado 29 de mayo, anulando todas las carreras a excepción del Clásico Velocidad (G3), que ahora se disputará el miércoles 2 de junio. 

Con respecto a los grandes premios Gran Criterium (G1) y de Potrancas (G1), se incluirán en esa misma reunión, mientras que el Gran Premio 25 de Mayo (G1) se reprogramaría en princiopio para “alguna fecha de jerarquía, acorde a su condición y trascendencia”, aunque en la mañana de hoy se emitió un nuevo comunicado en el que desde el Norte se pasaba la carrera patria para el sábado 12 de junio, siempre y cuando la situación epidemiológica lo permita.

Palermo podría haber seguido corriendo apelando al máximo al sistema Beturf, pero ni San Isidro y La Plata habrían tenido esa posibilidad, pues después de que en septiembre último la plataforma “estuviera casi lista”, aún no se sabe absolutamente nada al respecto, en un inexistente trabajo de proyección tanto de esos hipódromos como del Instituto de Lotería y Casinos de la Provincia de Buenos Aires, cuya gestión del área hípica y del Bosque viene siendo mala, por ser generosos con las palabras. Pero ese es otro tema, aunque la maldita pandemia también lo haya desnudado. En eso, ganaron los malos de siempre.

También los tres hipódromos deberán trabajar en conjunto para ver cómo se acomodan las fechas del 5 y 6 de junio, como así también analizar la programación, lo que deberá ser comunicado, como máximo, en las primeras horas de la próxima semana, para que todos puedan planificar. Quizás sea pedir demasiado…

El turf vuelve a pararse en Argentina, esperemos, por el breve período anunciado ayer, aunque el que se quema con leche… La actividad sobrevivió seis meses detenida en 2020, pero hoy los propietarios y profesionales están alertas, eso no volverá a suceder, simplemente porque, de extenderse estas medidas, quedarán más cuidadores que caballos en las villas hípicas. Habrá que vivir estos días con la misma incertidumbre y desazón del año último, en un déjà vu de una época que hizo temer a todos lo peor. La pasión empuja y sostiene el circo, pero la pregunta es hasta cuando. El pensamiento, hoy, se extiende a cualquier actividad, porque la hípica no es una isla.