En una nueva edición de «Padres de la Raza», Claudio Brandoni se focaliza en el padrillo que marcó los pedigrees modernos

Cualquier semblanza que tratemos de hacer de los grandes ejemplares que modelaron el sangre pura de carrera del presente es, desde ya, una rápida descripción de sus aportes y, sobre todos ellos, se podría escribir más de una nota y alguna que otra biografía.

En el caso de Northern Dancer (1961, Nearctic en Natalma por Native Dancer) cualquier cosa que se escriba o diga de él es apenas una apretada síntesis. Su campaña de pistas fue tan brillante que, sólo por eso, ya merecería estar en los anales de la historia. Pero, obviamente, su enorme legado a la raza fue su contundente rol en la cría mundial.

El hijo de Nearctic fue un fenómeno desde su azarosa concepción hasta su status como padrillo único, por el que se llegó a pagar un millón de dólares el servicio…hace más de treinta años.

Trataré de alejarme de los adjetivos -no es fácil- para describir sus orígenes, campaña y desempeño en el haras. Su padre Nearctic (1954, Nearco en Lady Angela por Hyperion) fue un excelente caballo de carrera con un genio nada fácil lo que le trajo más de un inconveniente a la hora de administrar su velocidad; millero nato, al final de su campaña como 2 años fue transferido al cuidado de Horacio Luro con el que llegó a su pico de rendimiento. Ganó 21 (17 de black Type) de 47 con 5 segundos y 3 terceros y para la temporada de servicios 1960 fue retirado a Windfields Farm, propiedad de Edward Plunkett Taylor.

Pero esa es la mitad de la historia de sus distinguidos padres; su madre Natalma (1957, Native Dancer en Almahmoud por Mahmoud) había sido comprada por Taylor como yearling en las ventas de Saratoga de 1958 y probó ser, como su destacado pedigree indicaba, una de las mejores de su camada, pero recurrentes problemas en una de sus rodillas (al inicio de su carrera había sido operada y se resintió luego de un espléndido trabajo con miras al Kentucky Oaks) obligaron a pararla nuevamente. A esa altura del año la temporada de montas estaba casi finalizando y, para reforzar el primer book de Nearctic, se resolvió darle servicio con la idea de que, si quedaba vacía, se la intervendría una vez más con vistas a una eventual campaña como 4 años. Sin embargo aquel servicio del 28 de junio de 1960 engendró un monstruo. De los buenos. El mejor.

Primera temporada en la reproducción para Nearctic y primera cría para Natalma. El producto, nacido el 27 de mayo de 1961, fue un zaino más bien chico, con tres patas calzadas y una lista blanca en su cabeza. Sin embargo su conformación superlativa, su balance, su musculatura y un notable cuarto trasero hizo que E.P. Taylor le pusiera un precio base de U$S 25.000 en su remate anual para que quien quisiera llevárselo “la pusiera”; ninguno de los asistentes estuvo dispuesto a pagar esa suma y vieron pasar la historia grande delante de sus narices. No fue la primera ni será la última vez.

Su paso por las pistas fue estelar: debutó ganando fácilmente, fue segundo en el Vandal Stakes y acto seguido ganó el Summer Stakes en el pasto. Todo en un mes. Pero en el final de su primera campaña comenzó a aparecer el problema que lo perseguiría por el resto de sus días como atleta: una fisura en el vaso de la pata derecha. Igualmente se las arregló para ganar dos clásicos más y fue declarado Campeón 2 años en Canadá.

Antes de enviarlo de vuelta a Windfields para que el tiempo restañara el vaso partido, Luro hizo un último esfuerzo para no apartarlo de los entrenamientos por mucho tiempo; Horacio había escuchado que un herrador llamado Bill Bane había tenido óptimos resultados con un parche de goma vulcanizada en el tratamiento de rajaduras en los vasos y lo contrató. El remedio funcionó y acortó los tiempos de curación evitando la desventaja del parate que temía su entrenador antes de iniciar su consagratoria campaña como 3 años.

La arrancó con un carrera preparatoria en la corta para ganar posteriormente el Flamingo y el Florida Derby -ambos con Bill Shoemaker en su montura- con un triunfo en un allowance sprint en el medio. Luego de ganar el Blue Grass Stakes quedó listo para el Kentucky Derby; allí batió por el pescuezo al favorito Hill Rise. Con esa victoria estableció varias marcas, alguna de las cuales permanecen hasta el día de hoy: su tiempo fue un nuevo récord para Churchill Downs (2 minutos clavados para los dos kilómetros), fue el primer caballo canadiense en ganar la Carrera de las Rosas y el ejemplar más “joven” en hacerlo: 2 años, 11 meses y 5 días. De hecho también ganó el Preakness Stakes dos semanas después con los 3 años aún no cumplidos. En la práctica el Belmont Stakes fue su primera carrera con 3 años reales. A pesar de que entre sus allegados era evidente que los 2.400 metros de la última gema de la Triple Corona estaban más allá del alcance del “pequeño gran caballo” como lo denominó Hirsch, le dieron la chance de consumar la hazaña; llegó tercero a punta de clase detrás de Quadrangle y Roman Brother.

Correría una carrera más; su despedida fue en su pago de origen con victoria en el Queens Plate por demolición transformándose en el único ejemplar en ganar el Kentucky Derby y el Queens Plate, las carreras más importantes para tresañeros en ambos lados de la frontera. Se retiró con una campaña de ensueño: 14 victorias, 2 segundos y 2 terceros en 18 salidas. Fue declarado Campeón estadounidense y Campeón canadiense 3 años además del título de Caballo del Año 1964 en su país de origen.

Pero, contra el pronóstico y el prejuicio de muchos, lo mejor estaba por venir. 

A su primera producción en Windfields Farm pertenece Viceregal al que, según Edward Bowen, Taylor consideraba el mejor ejemplar que había criado; esa consideración le duró poco ya que en su segunda temporada de servicios produjo al enorme (tanto física como competitivamente) Nijinsky II, último ganador de la Triple Corona inglesa.

En 1968 Taylor lo transfirió, junto a su padre Nearctic, a su nueva división de Maryland, USA, donde se desempeñó hasta que fue pensionado. Otra rareza del fenómeno: nunca padreó en Kentucky, el corazón de la cría americana. Para poner en perspectiva su status de padrillo único e irrepetible, basta la oferta de un grupo de criadores europeos que ofrecieron U$S 40 millones para llevárselo al otro lado del Atlántico a sus 20 años. La oferta fue rechazada. Ya era una leyenda mundial y ninguno de sus accionistas (había sido sindicado en los 70’ por U$S 2.400.000) quiso renunciar a él.

El resto de la historia es bien conocida y se puede ampliar leyendo la copiosa bibliografía escrita sobre el hijo de Natalma y, porque no, leyendo pedigrees donde es, naturalmente, omnipresente.

Padre de padrillos por excelencia, legó una descendencia que fenotípicamente era de todo tipo, tamaño y características. Una enumeración de sus ilustres descendientes transformaría esta nota casi en una guía telefónica. Para nombrar un puñado de ellos, dejando afuera un sinnúmero de campeones en las pistas y luego en la reproducción, además de Nijinsky II nos legó a Lyphard, Danzig, Nureyev y Sadler’s Wells, sin dudas su mejor hijo en la reproducción. Siete de sus hijos superaron los 100 ganadores de black type. Empatar esa misión parece imposible.

Northern Dancer fue padre de padrillos que a su vez también fueron padres de padrillos, una cadena que aún hoy sigue saludablemente vigente en la descendencia, por ejemplo, de sus nietos Deputy Minister, Storm Cat y Galileo, su mejor nieto. 

En la reproducción, además de nombres inolvidables dejó números sin par; 23% SW/crías, lideró la estadística americana de padrillos en 1971, la de padrillos en Inglaterra/Irlanda 4 veces y la de abuelos maternos en USA en 1991. Un logro sin precedentes para un padrillo con base en el norte.

Su pedigree es una constelación de nombres clave en el desarrollo del caballo de carrera moderno. Presenta inbreeding de 4×5 en Gainsborough a través de Hyperion y Mah Mahal, madre de Mahmoud, su segundo abuelo materno. Sus cuatro abuelos hablan de la calidad que heredó el petiso: Nearco, Lady Angela, Native Dancer y Almahmoud; ninguno necesita presentación y todos han sido columnas fundamentales en el mejoramiento de la raza.

Además de transmitir su balance y aceleración, dejo para el final una característica que todos los que alguna vez tuvieron la fortuna de verlo y escribir sobre él se arriesgaron a señalar como su rasgo más importante: su férrea voluntad de ganar, el “will to win” fundamental en un deporte tan competitivo. Nunca se entregaba, aún en condiciones adversas. Esa cualidad también la transmitió sostenidamente a sus descendientes. Era parte de su temperamento: en palabras de Avalyn Hunter “tenía una personalidad dominante con un alto nivel de energía y un despliegue propio del comportamiento territorial de los líderes de manadas salvajes”.

Su genética, sus medios y su mentalidad superior lo llevaron al Olimpo de los purasangre donde pocos, muy pocos habitan. El mejor semental del siglo XX fue un pequeño Big Bang que todavía disfrutamos.

Twitter: @melquiades2602