El entrenador devuelve otra vez a las pistas al crack, y sueña con verlo de nuevo en su máximo esplendor

Pablo Sahagián suena tranquilo a sólo unas horas de volver a presentar a Puerto Escondido, el caballo de su vida. Un elogio atrás del otro destina el entrenador al crack que será figura central del Clásico Progreso (G3-2400 m, césped) del domingo en San Isidro, una carrera que ya ganó hace 12 meses.

Podría dar síntomas de nerviosismo en querido Turco; no es fácil la responsabilidad de devolver a un campeón de la talla del hijo de Hurricane Cat luego de una lesión de tendón; y ni que hablar si, como es su caso, es una situación que se vive por segunda ocasión.

El ex jockey es contundente: “Hasta hoy está con los diez puntos; le hacemos ecografías periódicas para seguir de cerca sus manos y todas hasta ahora dan que está sano. Lo que dicen los veterinarios coincide con lo que me cuenta Pablo Falero cada vez que se baja después de trabajarlo; desde que volvió se subió él y lo cuidó siempre”, cuenta, ya terminando su mañana de trabajo en el Campo 2 del Jockey Club.

Tiene condiciones de caballo único Puerto Escondido, no sólo por el hecho de haber alcanzado su techo después de un problema tan complicado como el de una cuerda y de poder recuperarse otra vez del mismo tema, pero de la otra mano. Su entrenamiento comenzó hace 2 meses y en un período tan corto de tiempo ya está listo para reprisar. El entrenador tiene su respuesta para esa llamativa cualidad: “Tiene una cabeza ganadora que no había visto nunca. Pensá que el Martínez de Hoz lo ganó como lo ganó con sus dos manos lesionadas. Nunca en mi vida vi nada similar”.

Se lo consulta sobre el estado actual del crack, y cuenta: “Está todo lo bien que puede estar. Dio pasada y lo trajo de galope a Indio Hipólito (Indygo Shiner) los últimos 1000 metros, que después corrió y ganó, y el martes echó 1m10s en la partida final. Se que hay mucha gente que dice que no anda bien, pero tampoco puedo pretender que pase 2000 metros en 2m6s de floreo, como hacía antes. Cuando arrancamos de nuevo le dije muy clarito a sus dueños que si no lo veía pleno, sano, entero, no lo iba a arriesgar; y si tomamos la decisión de correrlo, es porque todo el equipo coincide en que está bien. Con un caballo así, que tiene tanto motor, no se puede presionar tanto, no tiene sentido; lo conocemos mucho y sabemos lo que puede dar”.

Puerto Escondido perdió porque perdió el Pellegrini (G1) de 2016, cuando todavía era perdedor. Y fue en 2017 cuando llegó lo mejor de su parte, después de superar su primer problema de tendón. Justamente en el Clásico Progreso comenzó la seguidilla que no encontró fin hasta ahora, pues luego ganó la Copa de Oro (G1), el Pellegrini (G1) y el Martínez de Hoz (G1) en febrero último, cuando volvió a sufrir inconvenientes físicos y que lo mantuvieron al margen hasta ahora.

Caballo del Año, Campeón Caballo Adulto y Campeón Fondista de la temporada pasada, suma Sahagián sobre su caballo: “Hoy está 8 puntos, y creo que con eso le alcanza. Lo importante es que reprise y quede bien, no sentimos la obligación de que el caballo tenga que ganar; si lo hace será porque tiene una calidad única. La carrera no la veo tan complicada, y creo que todo va a depender de él, como casi siempre ocurrió. Por supuesto que me hubiera encantado que estuviera al ciento por ciento, pero nunca fue la idea; tengo la confianza de que pueda llegar otra vez al tope de su nivel, y esta carrera será una bisagra. Si todo sale bien, seguiremos adelante con el plan; sino, se matan los criadores por llevarlo de padrillo”.

Para el cuidador una duda grande es el estado de la pista, blando ante las lluvias que cayeron esta semana y que podría ponerse más bravo todavía si el pronóstico de agua para el fin de semana finalmente se concreta: “La cancha es un tema. El ya ganó en el fango, pero no es lo mejor para un caballo que tuvo sus lesiones, a los que suelen favorecer las pistas duras. Veremos qué pasa, es lo único que nosotros no podemos manejar”.

Se nota a la legua la fe de Sahagián en su crack, ese caballo al que le ha visto hacer cosas tan pero tan fantásticas que lo llevaron a compararlo con el icónico Candy Ride (Ride the Rails). Tiene oficio el cuidador, sabe que con su equipo están ante una apuesta fuerte, que puede no obtener los dividendos con que todos sueñan. Pero también es imposible con un caballo semejante evitar sentir la ilusión de verlo otra vez en su máximo esplendor, destruyendo rivales y sumando prestigio, casi una marca registrada de lo que fue hasta ahora su campaña.

Diego H. Mitagstein