Las ventanillas del centro siguen aumentando su recaudación; en la cancha, Curious Again y Land Lee (foto), figuras en las condicionales

En materia de apuestas el Hipódromo de Palermo la está rompiendo. Este lunes pasaron por ventanillas (físicas y online) un total de 70.760.281 pesos, una cifra impensada hace sólo unas semanas entre semana, empujada en gran parte por los beneficios de las apuestas remotas y del coomingle, que hace algunas semanas empezó a funcionar con cada día más éxito. Y en enero, un mes que, usualmente, ve un descenso marcado al respecto.

El centro jugó fuerte para el verano, aumentando los premios, dando bonos altísimos y también invirtiendo en pozos asegurados e incrementos, y a la luz están los resultados. La moraleja es que cuando los hipódromos argentinos pisan el acelerador, se comprometen y se comprometen desde todo punto de vista, el turf se hace rentable, teniendo todavía un potencial incalculable si se piensa las limitaciones que existen aún en la materia.

En materia condicional, hubo un par de carreras para resaltar en la primera reunión de la semana, como el Premio Cocles, que sobre una milla y en el césped midió potrillos de 3 años titulares de una victoria. Respondiendo a sus antecedentes y al concepto que merece por parte de Pablo Falero, su entrenador, fue notable la actuación de Curious Again, que sin sobresaltos postergó por 6 cuerpos al favorito Un Cotorro (Galicado) en una marca de 1m35s12/100. Con Martín Valle en sus riendas, el hijo de Seek Again y Curious Day (Harlan’s Holiday) criado por el Haras Firmamento y defensor de la caballeriza 1221, se va consolidando y a futuro parece un ejemplar con la capacidad de ser protagonista en los clásicos.

Un rato más tarde el que llamó la atención fue Land Lee, 3 años de Comalal que no corría desde que fuera cuarta en el Santiago Luro (G2) de la temporada anterior y ahora volvió con todo. Hija de Le Blues y Susan Constant (Sebi Halo), se adelantó por 2 cuerpos a Santo Runner (Star Runner) en un tiempo estupendo: 1m8s25/100.

Al cuidado de Carlos Cardón y con Eduardo Ortega Pavón en sus riendas, el potrillo criado en el Haras El Paraíso se mostró intacto y sus allegados tienen material como para soñar en grande, incluso, aún con terreno por desandar en el plano común antes desembarcar en las carreras jerárquicas, como para sumar experiencia y, de paso, buenos dineros que sirven para acomodar las cuentas, golpeadas últimamente.