El entrenador del crack reflexionó con Turf Diario sobre la gran victoria en el Shadwell Turf Mile Stakes (G1) y el futuro en el Breeders’ Cup Mile

Está feliz Paulo Lobo, se le nota a la distancia. Como para no estarlo después del espectacular triunfo que su caballo Ivar alcanzó el sábado último en el Shadwell Turf Mile Stakes (G1) de Keeneland. Todavía repasa a cada ratito esa recta final maravillosa del caballo brasileño que se hizo grande en Argentina y cuya línea materna mezcla pedigrees chilenos y uruguayos; esa atropellada que provocó los elogios más encumbrados en todos los medios hípicos de los Estados Unidos.

No es una novedad para el brasileño tener en sus manos ejemplares de clase. Por caso, antes “amasó” las campañas de cracks del nivel de Pico Central (Spend a Buck), Farda Amiga (Broad Brush) o Gayego (Gilded Time), entre otros. Pero Ivar le produce un sentimiento especial: “Es muy buen caballo”, deja como primera reflexión, para después agregar: “Tiene una velocidad muy importante, es muy versátil y creo que es de esos que puede ser diferente corriendo 1200, 1600 o 2000 metros”.

En tiempos de carreras sin público, sólo Lobo y Beto Figueiredo, manager del Stud RDI y de Bonne Chance Farm, los propietarios del campeón, pudieron ser testigos de su notable actuación, esa que, de paso, lo clasificó de forma directa para correr el mes próximo sobre idéntica pista y distancia el Breeders’ Cup Mile (G1), gracias al programa Challenge Series – Win and You’re In. El profesional analiza la performance: “No largó muy bien y eso terminó ayudando, por Joe (Talamo, el jockey) pudo cerrar y doblar la primera curva no tan abierto, serenándolo. En el codo ya me empezó a gustar y cuando arrancó en la recta final fue realmente impresionante, su aceleración fue de primera clase”.

Dice que su crédito tiene una fuerza única, pero que “hay que saber usarla en el momento preciso”, y también revela que el Shadwell Turf Mile estuvo siempre en la carpeta de objetivos: “Por increíble que parezca fue un plan que comenzamos a trazar en febrero, aunque la pandemia nos retrasó un tanto. Su primera carrera fue mala, no tuvo foco, y por eso para la segunda le pusimos careta. Ese día Joe debió tomar la punta porque no salió nadie y el trámite se hizo lento, pero no era la idea; ganó porque era superior. Cuando corrimos en Kentucky Downs me pareció impresionante lo que hizo, porque peleó con todos al frente y tuvo energías para guapear en el final, llegando tercero cerca y en tiempo récord. No nos sorprendió el sábado, porque siempre supimos de su potencial”.

Cuenta Paulo que “Ivar es impresionante, y en cada carrera nos lo está confirmando. Uno siempre tiene la duda de cuál es el verdadero nivel en nuestros países, y hasta que los caballos no corren aquí no se la saca. Pero el día que ganó en San Isidro el Gran Criterium hizo mucho de lo que le vimos en Keeneland, donde la competencia es durísima. Siempre digo que la adaptación, el tiempo y la paciencia son fundamentales para que los sudamericanos se adapten, y aquí no fue una cosa menor”.

El hijo de Agnes Gold caminó domingo, lunes y martes y el plan es volverlo a las pistas para el final de esta semana. “Terminó sano, con apetito y está contento, muy feliz”, cuenta, antes de enfocarse en el próximo y gigantesco objetivo del Mile: “Es una carrera durísima, más difícil todavía porque desde Europa llegarán varios caballos importantes (NdelaR: Pinatubo (Shamardal), entre otros…), pero va a ser una linda milla para disfrutar y competir. Creo que el caballo está en ascenso y va a llegar en un momento ideal, aún siendo ‘nuevo’ aquí, porque apenas tiene cuatro años”.

Paulo Lobo sueña con Ivar, e Ivar hace soñar a todo Sudamérica con otro éxito en la Breeders’ Cup. Razones para tanta ilusión, sobran…

Diego H. Mitagstein