No puede entenderse ni tolerarse seguir corriendo bajo las condiciones que se viven por estos días; hasta que no pase algo nadie va a tomar cartas en el asunto, aunque luego será tarde, como siempre
Por Diego H. Mitagstein
Seamos sinceros: ¿a alguno de nosotros se nos ocurriría un día de 40 grados salir a practicar un deporte a las 14 horas al rayo del sol? El que lo haga se habrá vuelto totalmente loco. Entonces, ¿porqué permitimos que haya carreras de caballos a esa hora y bajo esas condiciones? ¿O la vida de los jockeys y ejemplares no vale nada? ¿Son un bien de uso que si pasa algo se tira y que siga el corso?
En los últimos meses hemos escuchado, leído, nos aburrieron casi con el tema de la sanidad animal, pero resulta que les pedimos competir bajo condiciones extremas y peligrosas, coqueteándole a la tragedia permanentemente, sin cuidarlos . Por suerte no paso nada aún, pero si pasa llegará el momento de los lamentos y los dirigentes responsables tendrán que hacerse cargo, poner la cara y dar un paso al costado. No cabe otra opción.
Hace un puñado de días nomás Santa Anita Park anuló 3 reuniones por "condiciones extremas". Pasa seguido en los países serios, donde sobra sentido común. Seguro muchos dirán que es incomparable ese hipódromo con los nuestros, pero sí lo es, pues se buscaría el mismo objetivo: disminuir los riesgos de una eventual catástrofe. Aquí nadie habla de dar de baja una fecha, sino de acomodar los horarios a rangos más lógicos, arrancar a las 17 horas, por ejemplo, y desarrollar jornadas nocturnos, esas que se hicieron durante tanto tiempo.
Siempre se bromea sobre la meteorología y que acierta menos que nosotros a las carreras, pero la realidad marca que una ola de calor como la que ahora invade la mayor parte del país se puede pronosticar con varios días de anticipación, en datos que están al alcance de cualquiera y que los diarios publican. Entonces, ¿porqué los dirigentes hacen lo que hacen, ignoran esas advertencias y continúan jugando con la vida de todos los actores de la hípica? Sólo puede entenderse bajo la máxima de que en el turf argentino nada cambia; absolutamente nada.
No parece existir la necesidad de llamar a un ingeniero de la NASA para empezar las carreras un rato más tarde. Se dice que de dar ese paso el gasto en luz sería mayor y que muchos empleados de los hipódromos se quejan porque deben trabajar hasta "altas" horas de la nche. Todos deben acomodar sus horarios si se trata de cuidar el bienestar de caballos, jockeys, público, de cada uno de nosotros. Seguro habrá valido el esfuerzo reducir al mínimo los riesgos de una tragedia.
Un jockey -muchos- que corre rebajado con estas temperaturas tiene una amplia posibilidad de descompensarse. Sin ir más lejos, en la ola de calor anterior a uno de ellos le pasó en La Plata, por suerte, no en la pista. Una caída puede traer las peores consecuencias. Que se es alarmista. Claro, por supuesto. Porque las abuelas decían que más vale prevenir que curar.
Pensemos un poco, seamos profesionales, coherentes, lógicos; respetuosos de nuestros actores, no los tiremos a los leones confiando en la suerte; un día se va a correr del camino, alguno habrá perdido algo y será irrecuperable.
De nuevo: no parece difícil solucionar el temita, aunque haya que afrontar algún tipo de perdida. Ninguna, seguro, será tan cara como una vida humana o de uno de nuestros queridos caballos. Mantenerse en lugares frescos, a la sombra e hidratados dicen los médicos bajo estas condiciones. Nosotros hacemos todo lo contrario, evidentemente, estamos muy mal. Muy mal.
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