Los hipódromos argentinos deben analizar un cambio de horario o la suspensión ante jornadas como las que se vivieron este sábado y domingo; no se puede poner en riesgo la salud de caballos, profesionales y público; un día, la suerte no estará de nuestro lado
Por Diego H. Mitagstein
El turf argentino deberá replantearse si con temperaturas como la que se vivieron este fin de semana en toda la zona de la Ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires es coherente llevar adelante una reunión o, como indicaría cualquier manual de lógica, se deba suspenderla.
Se sabe que dar de baja un día de actividad insume costos que no se recuperan, y también deja de generar ganancias, pero ante todo debe estar la salud de profesionales, caballos y de todos, que bajo ningún punto de vista pueden ser expuestos a sacrificios y riesgos como los que corrieron ayer y anteayer al salir a competir con casi 40 grados, la cifra más alta en más 60 años para el mes de febrero.
Si el termómetro marcaba semejante número, adentro de la pista el plus era importante, y, si no pasó nada grave, fue pura y exclusivamente porque la suerte estuvo de nuestro lado. Lo mismo corre para lo sucedido el día anterior en La Plata.
Si no se quiere dejar el día en blanco, se puede cambiar el horario, empezar más tarde, sobre todo en épocas de verano, aún una vez publicado. Como alguien dijo por allí: "Nos llenamos la boca hablando de sanidad animal, limitamos el uso de la fusta pero los hacemos correr con 40 grados a las 2 de la tarde", frase sensata, por cierto.
Se sabe plenamente que el turf argentino no cambia nada, que sus dirigentes tienen una rigidez de pensamiento asombrosa y que para mover una ficha poco más que hay que pedirle permiso al Papa Francisco, pero estos tiempos demandan cintura y lógica, no pensamientos duros, casi caprichosos. Ya hace algunas semanas se habian vivido situaciones similares, pero nada cambia, nadie recoge el guante y hace lo que tiene que hacer. O no les importa o están por encima de todo.
Se juega a la ruleta rusa, está claro, hasta que la suerte ya no esté de nuestro lado y pase algo. Ese día llegará el momento de los lamentos, cuando esos que hoy no toman medidas que son estrictamente necesarias, se arrepientan. Ya será tarde. Obvio, como siempre.
No es tan complicado plantear jornadas nocturas cuando el pronóstico avisa que el clima será insoportable, hoy no erran tanto los muchachos del servicio meteorológico. Obviamente genera complicaciones de logística, pero alguna vez (tampoco son tantas) todos tendremos que hacer el esfuerzo de llegar más tarde a casa o trabajar hasta horarios más avanzados. Personal de caballerizas, ventanilleros, se sabe que son perjudicados, pero, volvemos: ¿y si pasa alguna tragedia? Vale la pena el esfuerzo si de no poner en riesgo la vida de nadie se trata; serán momentos de generosidad y el que no lo acepte es porque no entiende nada.
Correr con 40 grados este fin de semana fue un sinrazón gigante. Por suerte no pasó nada, pero un turf que se dice de primer nivel debe ser maduro para todo, poner el caballo delante del carro y hacer las cosas que tiene que hacer. No hay opción.
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