El adiós a D. Wayne Lukas, el entrenador que cambió para siempre la historia del turf
- Turf Diario
- 29 jun
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Emblema del turf estadounidense, tenía 89 años; ganó 4 veces el Kentucky Derby y 20 Breeders' Cup; su legado va mucho más allá de las victorias

LOUISVILLE, Kentucky (Especial para Turf Diario).- El turf mundial amaneció este domingo con una noticia que parte el corazón: a los 89 años, y rodeado del amor de su familia, D. Wayne Lukas falleció en su hogar de Kentucky, luego de atravesar una infección severa durante los últimos días. Su partida marca el cierre de una era. De muchas eras, en realidad. Porque pocos, como él, transformaron tanto y durante tanto tiempo a esta industria.
Con cuatro victorias en el Kentucky Derby (G1) y 20 trofeos de la Breeders’ Cup, Lukas fue mucho más que un entrenador ganador: fue un revolucionario, un formador incansable de jockeys, asistentes y entrenadores, y un apasionado sin límites, que le hablaba con el mismo entusiasmo a un propietario millonario que a un aficionado anónimo que se le acercaba a la pista.
“Hoy perdimos a uno de los grandes campeones de Churchill Downs y a una de las figuras más importantes del turf estadounidense en los últimos 50 años”, expresó con emoción Bill Carstanjen, CEO de Churchill Downs Incorporated. “Vamos a extrañar su humor, su sabiduría y esa capacidad única para emocionar a los fanáticos con las actuaciones de sus caballos en los días grandes”.
Un pionero con corazón
Wayne Lukas comenzó su camino en el turf tras una etapa como entrenador de caballos de cuarto de milla, y rápidamente rompió moldes: fue el primer preparador en profesionalizar a gran escala la operación de un stud, con métodos que luego serían replicados por generaciones.
Fue el maestro de campeones como Lady’s Secret (Secretariat), Winning Colors (Caro), Serena’s Song (Rahy), Timber Country (Woodman), Thunder Gulch (Gulch), Charismatic (Summer Squall) y tantos otros. Cada uno de sus grandes triunfos se recuerda con claridad, pero también quedan en la memoria sus palabras de aliento, su estampa en el paddock, sus gafas de sol eternas y ese inconfundible sombrero blanco con el que recorría el hipódromo.
Formador de formadores, muchos de los nombres más importantes del entrenamiento actual pasaron por su órbita, como Todd Pletcher, Dallas Stewart, Kiaran McLaughlin, Mike Maker, Mark Hennig, George Weaver o Mike Marlow. En la pista, también fue el hombre que dio oportunidades fundamentales a jinetes como Pat Day, Gary Stevens, Chris Antley, Corey Nakatani y Rafael Bejarano.
El hombre detrás del mito
A pesar de su inmenso éxito, Lukas nunca dejó de mostrarse como un hombre sencillo y profundamente comprometido. En sus últimos días, eligió no someterse a un tratamiento agresivo y prefirió regresar a casa para despedirse en paz, rodeado de su esposa Laurie Lynn, sus nietos y bisnietos, y del recuerdo siempre presente de su hijo Jeff, a quien perdió trágicamente y cuyo nombre llevaba tatuado en el alma.
“Wayne dedicó su vida no sólo a los caballos, sino a toda la industria”, escribió la familia en un comunicado. “Desarrolló generaciones de profesionales y acercó el turf a miles de personas que jamás habrían soñado estar en un círculo de ganadores. Hablaba de un potrillo maiden como si fuera el próximo Derby Winner, y siempre tenía un consejo justo antes de una gran carrera. Llevaba en sí mismo el corazón, la gracia y el coraje de este deporte”.
Un legado eterno
Además de su familia biológica, deja una familia extendida de miles de hombres y mujeres del turf que lo admiran y lo extrañarán. En lugar de flores, su familia pidió que quienes deseen homenajearlo lo hagan a través de donaciones a la Oaklawn o Churchill Backside Chaplaincy o a la Thoroughbred Aftercare Alliance, dos causas profundamente ligadas a su vocación de servicio.
Habrá una ceremonia íntima en las próximas horas y más adelante se anunciará una celebración pública de su vida, como corresponde a quien dio tanto por este deporte.
Se fue D. Wayne Lukas. Pero su huella es tan honda, tan viva, que seguirá galopando por siempre en la memoria del turf.
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