El jockey vivió a pleno la primera consagración internacional de El Kodigo, en sus palabras, el mejor caballo que le tocó correr
Por Diego H. Mitagstein (Enviado especial de Turf Diario a Maroñas, Uruguay)
MONTEVIDEO, Uruguay (De un enviado especial).- Cruzó el disco y su sonrisa lo decía todo; cuando volvía para las fotos, ya la emoción había avanzado muchísimo y en el momento de las fotos fue la explosión. Gustavo Emiliano Calvente ganó una de las carreras de su vida el lunes último con El Kodigo en el Gran Premio José Pedro Ramírez (G1) de Maroñas, no solo por la importancia de una carrera magnífica, gigante, orgullo del turf sudamericano, sino porque lo consiguió con un caballo al que no duda un segundo en catalogar como el mejor que le tocó correr, ese especial por el que un jockey espera toda su vida.
Su calidad arriba de un SPC no necesita carta de presentación, pero hoy atraviesa por el mejor momento de su carrera, sacándole provecho a su madurez profesional, a su empuje y, por supuesto, a su talento gigante, contando con cartas que le permitan lucirse, al fin, uno de los grandes secretos para que todo se combine en recuerdos imborrables.
Esa vuelta al pesaje de Gustavo emocionó a todos cuando la noche ya había ganado por varios cuerpos en otra inolvidable jornada un 6 de enero. "Mirá, mirá, tengo la piel erizada", comentaba un camarógrafo al cronista, en el más fiel reflejo de lo que esos gritos del jockey, todavía montado en el hijo de Equal Stripes, transmitían a todos; cuando la ovación de las tribunas, siempre reconociendo a los buenos caballos, todavía llovía sobre la pista.
"Estoy muy emocionado. Primero por poder venir a correr esta carrera tan importante, y con nuestros hermanos uruguayos que nos reciben siempre de la mejor manera. Había tenido la oportunidad de estar dos veces y ahora pude consagrarme en el Ramírez con un caballo extraordinario y que tiene un equipo formidable, que gracias a todos ellos podemos mantenerlo en competencia en estos turnos tan importantes", cuenta Gustavo, que, después del duro trance que le puso la vida por delante hace algunos meses, hizo un click.
"El Kodigo demostró lo grande que es en un Ramírez bravísimo y a muy pocos días de haberlo dado todo en el Gran Premio Carlos Pellegrini. Supera todo, no siente las carreras, te hace todo fácil, ayuda en el entrenamiento con su sanidad, como se alimenta, nos da una ayuda a todos en el equipo. Pero hay que destacar la gente que está detrás del caballo, a los que quiero mandar un fuerte abrazo, es por ellos que podemos mantenernos en este nivel altísimo de competencia y soñar con ganar y correr estas carreras", amplía en el concepto, sin bajar la carga de adrenalina y emoción.
Luego, sigue: "Ganó una carrera extraordinaria. Tengo un pingo. Vino bárbaro toda la vuelta, los pisaba, hizo una carrera perfecta. Fue como un desahago por esa pequeña bronca que nos quedó después del Pellegrini, donde entregó todo lo que tenía. Cada día corre mejor, me emociona mucho. Tuve la suerte de montar muchos caballos buenos, pero este es el mejor, es especial. Tiene un corazón que lo hace un extraterrestre. A la mañana no te muestra nada, pero a la tarde siempre nos dice que tiene más".
Calvente corrió al código en 12 de sus 14 actuaciones, sólo perdiendo la monta cuando debutó y fue tercero y la tarde del Gran Premio General San Martín (G1), cuando se cayó un rato antes, en ambos casos, reemplazado por William Pereyra.
En 2024, Gustavo ganó 119, con una altísima efectividad del 23,5 por ciento, 17 de ellas clásicas, 10 de grupo y 3 de G1, estas últimas todas con su crack. Los números respaldan la impresión, que hoy lo hacen uno de los 3 jinetes top con actuación en Sudamérica, junto con Francisco Leandro y Héctor Lazo.
"Quiero saludar a toda la afición uruguaya, que hizo posible esta fiesta, llenando el hipódromo", dice sobre el final Calvente, recibiendo el enésimo saludo, con una sonrisa de oreja a oreja y a la par de su familia, ese sostén único y maravilloso que lo llevó a vivir esta actualidad de ensueño y que, seguramente, se extenderá.
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