De visita en la Argentina, el propietario de la exitosa cabaña repasa un gran año, sus mejores caballos y sus impresiones sobre la hípica nacional
Por Diego H. Mitagstein
Cuando se le pregunta a José Cerrillo, el empresario mexicano dueño de Pozo de Luna, cuál es el secreto del éxito permanente de su cabaña, no duda un segundo: "El equipo", responde. "El trabajo que hacen Fernando Fantini y Tomás Larraín, junto a los entrenadores y cada uno de quienes son parte de nuestro haras, es la base fundamental para conseguir resultados".
El cronista le hace notar que desde su desembarco en la Argentina para establecer una de sus operaciones más grandes, casi que no han cambiado los nombres de los integrantes del equipo, y gesticulando con sus manos y asintiendo con su cabeza, reafirma su dicho anterior.
Tiene 83 años Cerrillo, una vida vivida, en gran parte de la par de los caballos, comenzando a transitar esa etapa desde muy pequeño. "El caballo para mí fue desde la infancia un fenómeno muy cercano y muy querido, desde el primero que tuve, a los 6 ó 7 años,y que fue una locura cuando lo pude tener; se me murió joven y fue una de mis penas más grandes. Pero recuerdo andar con mi padre a caballo por el campo, y forjar una gran relación con él a raíz de esos paseos... Por un tiempo estuve en las parejeras (nuestras cuadreras) con los cuarto de milla y después hace unos 40 años llegué a los puros, que inicié en mi campo de San Luis Potosí, donde tenemos un criadero y que fue anterior al de Argentina".
Cuando dice Argentina, a Cerrillo se le iluminan los ojos; como tantos, está maravillado con las virtudes que encuentra aquí, donde pasa sus tradicionales vacaciones, como siempre. "Este país siempre me trató muy bien. Me encanta estar por aquí, vengo mucho menos de lo que yo quisiera, pero feliz de la vida en cada visita. Estamos mucho en el campo, y venimos a Buenos Aires al stud o a ver alguna carrera, pero normalmente la pasamos en el haras, felices, encantado con los caballos".
El empresario lamenta que en "México no haya una cultura que acerque a la sociedad a las carreras y, tristemente, la mayoría de los propietarios buscan ir a los Estados Unidos. Todo es pobre, pero no hay visos que se vea una mejora. Aquí hay mucho entusiasmo, es otra cosa, y siempre me hago un espacio para ver a mis caballos corriendo, por internet, y, cuando puedo, estando presente".
Pozo de Luna nació como un emprendimiento que crió para consumo propio, pero en los últimos años empezó a dispersar la mayoría de los machos. Sobre ese cambio, dice: "Quiero ser criador, más que corredor, aunque cuando uno tenga la propiedad de un buen caballo y se tienen buenos resultados, es una emoción especial. Pero como criador se vive más completo el ciclo, porque de esa manera, tenga quien tenga el caballo, sigue siendo de uno, dándote orgullo de tu haras y de lo que hacemos. Ultimamente hemos logrado más penetración con las ventas de nuestros productos, tanto que hoy ya no elegimos machos para nosotros, los comercializamos todos, y nos dio buenos resultados, como este año con Cuan Chef (Daddy Long Legs), Vundu (Suggestive Boy) o Acento Final (Treasure Beach). Me da mucho gusto y creo que engrandece más el Haras Pozo de Luna. Aunque corran con otros colores, los vivo y los siento como si fueran míos; es la misma emoción, el mismo gusto, es mi 'hijo'".
A la hora de elegir el caballo de su vida, José piensa unos segundos y cuenta: "Suggestive Boy nos dio enormes satisfacciones, dándonos nuestro primer gran resultado en Estados Unidos, además de todo lo que hizo aquí. Y con Blue Stripe tuve una satisfacción muy grande, lo más cercano al cielo. Esa carrera de la Breeders' Cup, quedando tan cerquita, todavía me hace temblar de emoción; una locura lo que vivimos, con una yegua tan noble y tan linda que hubiera querido quedarme toda la vida con ella, pero no fue ese el destino".
Se le recuerda aquella venta en una fortuna de la hija de Blue Stripe y confiesa: "Me dolió mucho. La verdad es que le pusimos un precio para que no se venda, superior a lo que me decían, queriendo que no se vendiera. Pero llegaron a la suma y se fue, es el negocio y estuvo bien".
Cuando llega el momento de hablar del futuro, para José Cerrillo no hay dudas: "Pozo de Luna seguirá buscando estar en los primeros lugares entre los criadores, con las mejores madres que podamos, porque aquí hay excelentes vientres, y sirviendo con muy buenos padrillos, cosa que no tenemos en México, donde hay que usar los propios. El Argentino es un gran mercado".
La charla va llegando a su fin, el criador anda con el tiempo justo, y recalca aquello del equipo, echándole la culpa de que haya habido siempre tantos triunfos y que se pudieran sostener en el tiempo. Se ilusiona con el Pellegrini, con Acento Final, con sus caballos y con Pozo de Luna, y cierra: "Cuiden mucho la hípica en Argentina. Pocos países hay con tanta cultura del caballo. Ojalá todos vivan el éxito como nosotros, para el bien del turf".
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