Meydan recibió la 28va. edición de la fantástica serie, que va mucho más allá de lo que sucede en la pista y le abre la puerta a hípicas de todas partes del mundo
Por Diego H. Mitagstein
DUBAI, Emiratos Arabes Unidos (Especial para Turf Diario).- Ante cada nueva versión, la Dubai World Cup se consolida como uno de los grandes espectáculos del turf mundial. Quizás no tenga la calidad de caballos de una Breeders' Cup, Royal Ascot o el Prix de l'Arc de Triomphe (G1), pero habrá que entender que el mitín de fines de marzo en esta fantástica ciudad va mucho más allá de esa circunstancia.
Por supuesto que no faltan las figuras de 4 patas, como quedó en evidencia el último sábado, con Laurel River (Into Mischief) ofreciendo una actuación formidable para quedarse con la prueba central, pero todo lo referente al show, a la magia que tiene la noche en el desierto ya no tan desierto, es el centro de la historia.
Hay glamour (esta vez se pudo ver al Rey Juan Carlos, Sir Alex Ferguson y a Zlatan Ibrahimovic, entre otros), hay fiesta, hay caballos y todo está montado alrededor de la hospitalidad, para hacer que a los visitantes -sean aficionados a las carreras o no- la pasen lo mejor posible.
Al margen, como sucede con la Saudi Cup y su serie, la Dubai World Cup y sus 8 compañeros de programa le abren las puertas al mundo para llegar a ser protagonistas de un gran clásico, para darse el gusto de sentirse parte de las grandes ligas, algo mucho más complicado de conseguir, por ejemplo, en Royal Ascot.
Países como Grecia, Suecia, Rusia, Kazajistán o nuestro más cercano Uruguay, han tenido caballos en las gateras, provocando que la pasión por la camiseta se despegue hasta otros niveles. Como será la cuestión que la participación de Kabirkhan (California Chrome) en la World Cup estuvo acompañada por más de 400 fanáticos que llegaron desde el mencionado Kazajistán en 2 vuelos charter para no perderse al alazán en acción.
La fiesta tiene otro de sus puntos fuertes en el maravilloso show de cierre -antes era de apertura-, que esta vez ocupó miles de drones formando figuras en el aire, aviones de los que se desprendían luces y pirotecnia y el ya característico y emocionante uso de fuegos artificiales, una pasión por estas tierras.
En la cancha, como se dijo, lo de Laurel River fue impactante, mostrándose como nunca antes y mutando de velocista a fondista en 2 meses para ganar por una cuadra una de las carreras sobre arena en 2 kilómetros más fuerte del mundo, haciendo parecer inferiores en mucho a dos grandes rivales como Ushba Tesoro (Orfevre) y Senor Buscador (Mineshaft), que ahora volverán a Japón y los Estados Unidos para continuar con sus respectivas campañas.
Sobre Laurel River, no fue un dato meno que detrás de su consagración estuviera un equipo local, con Bhupat Seemar y el jockey irlandés Tadgh O'Shea, que, dicho sea de paso, tuvieron su noche de gloria ganando además la Dubai Golden Shaheen (G1) con el sprinter Tuz (Oxbow), el Frankel ruso, como lo llaman por aquí, ya que fue en ese país donde comenzó su campaña.
Para Sudamérica, la presencia de 4 ejemplares no pasó desapercibida, mucho menos después de ver un Auto Bahn generoso escoltando al invicto japonés Forever Young (Real Steel) en el UAE Derby (G2), dándole 4 1/2 kilos de ventaja en el peso, prohibitivos, pero reglamentarios.
El crack nipón perseguirá, casi seguro, el sueño del Kentucky Derby (G1) en los Estados Unidos, mientras que Auto Bahn quedará radicado en Dubai para encarar en algunos meses el inicio de su preparación haci el sueño de la Dubai World Cup 2025...
Magia, encanto, show, mística, sueños, todo se mezcló en la Dubai World Cup...
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