La hija de Fortify ganó con mucha autoridad un difícil allowance en el césped de Keeneland, y hace soñar grande...
Por Diego H. Mitagstein
¡Qué sensación linda cuando un caballo de los nuestros cruza adelante en algún hipódromo del exterior!. Es como gritar un gol de Messi, agarrarse fuerte del sillón cuando Colapinto ensaya algún zarpazo, soltar un "¡Vamos!", si alguno de los Cerúndolo acierta un passing shot tremendo.
Y mucho más sabroso resulta cuando las expectativas son gigantes, cuando un campeón dice "Aquí estoy", cuando después de ese disco triunfal puede imaginarse un futuro en el que las hazañas grandes, las victorias importantes sean ilusión.
Ante la enorme expectativa que despertó su debut en los Estados Unidos, la notable Nanda Dea arrancó mil y un alientos mostrando su enorme talento en la cuarta carrera del jueves en Keeneland, un allowance con 130.000 dólares en premios sobre el césped y que pudo haber significado el punto de partida de algo grande.
Hace muchos meses desde estas páginas se había contado que sobraban los motivos para pensar que el porvenir para los caballos argentinos y sudamericanos a nivel internacional era para entusiasmarse, y, a medida que el tiempo pasa, aquellas palabras van encontrando el correlato ideal en las pistas.
Como con Blue Prize (Pure Prize) y Dona Bruja (Storm Embrujado), o como con la todavía en gran nivel Didia (Orpen), Ignacio Correas (h.) apretó el puño de la mano de la hija de Fortify, cuya actuación fue perfecta, ideal, soñada, redondita.
Con José Ortíz en sus riendas, y defendiendo los colores del Happy Friday LLC., el satélite del Haras Santa Inés en el norte, la zaina liquidó con contundencia una carrera brava, en la que no sintió ni la reprise ni el tener que correr con dos codos pequeños.
Enemiga en los boletos (pagó $ 8,04 por cada dos apostados), Nanda Dea cumplió el plan a la perfección, viniendo relajada en la quinta colocación, lista para acelerar cuando su jockey se lo pidiera. La escena sucedió en los metros finales del codo, cuando abierta empezó a arrimarse para exhibir un notable cambio de ritmo en la recta, pasar de largo y terminar cruzando el disco con 2 1/4 cuerpos de ventaja sobre Quality Star (Animal Kingdom), en un 1-2 de preparadores y propietarios sudamericanos, pues la escolta revista a las órdenes de Paulo Lobo y es propiedad del Haras Phillipson, a través de su Bronwood Farm.
"Por suerte salió todo muy bien y pudo responder a todo lo bien que hacía las cosas en las mañanas. Blue Prize por ahí trabajando no te decía demasiado, pero Nanda Dea, como Didia o Dona Bruja, ya te dejaba ver talento, potencial", comenta Ignacio Correas, trazando paralelos entre las grandes yeguas nuestras que tuvo a su cargo.
"Respondió, pero a veces los caballos tardan en acomodarse a las diferentes situaciones que tienen aquí. Nanda Dea no sintió nada, pero, recordando, a Blue Prize, para que se hiciera a los desarrollos que tenemos, le pusimos careta y la sacamos un par de veces ligero de los partidores; aprendió y después ya hizo todo lo que sabemos", suma el profesional.
Correas aporta que "José -Ortíz, el jockey- quedó muy contento, y me dijo que podría haber ganado un poquito más fácil. Que en el opuesto le apretó las piernas y, para evitar apurarse, la tuvo un poco, que sintió como que lo iba a hacer volar de la fuerza que traía". Como será el empuje de la campeona que un palafrenero tuvo que salirle al cruce en el opuesto porque no la podían parar...
Mirando hacia adelante, la idea es ir paso a paso con Nanda Dea, y un posible paso por algún clásico en Fair Grounds, es una escala probable, como para cerrar su 2024. Luego, será tiempo de pensar hacia adelante y en desafíos que, si todo sigue igual de bien, serán cada vez más difíciles.
El primer paso está dado para el Campeón Millero de 2023 en Argentina, que fue seguido desde el Museo de Invasor en el Haras Santa Inés por Alejandro Miserocchi, su propietario, Enrique Martín Ferro, su cuidador en nuestro país, y varios integrantes más del equipo, con festejo efusivo de por medio, claro.
"Con Nanda Dea me tomé todo el tiempo del mundo, y las cosas, por suerte, salieron bien", cierra la charla Correas, que siempre sostiene que a los ejemplares sudamericanos hay que darle unos meses para que la aclimatación sea perfecta y los resultados sean más factibles de alcanzarse.
Otra vez la Argentina y Sudamérica tiene un caballo talentoso para soñar. El primer y difícil paso está dado y para Nanda Dea, hoy, el cielo es el límite.
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