Sin comunicación oficial de ningún tipo, es vox populi que no se correrá ante la demora de casi 2 meses en el pago de los (bajos) premios; el jueves tampoco se correría, mientras que el sábado sí
No hubo -al menos hasta ahora- ningún tipo de comunicado oficial, aunque tampoco se supo nada sobre el pago de los premios adeudados hace 2 meses en el Hipódromo de La Plata, por lo que se da por descontado que hoy no habrá carreras allí como estaba previsto, ante una medida que tomarían diferentes gremios, encabezados por la Asociación de Vareadores. Al respecto, tampoco se emitió parte alguno.
La moraleja es que, como siempre, el que terminará perdiendo será el turf, empezando por sus propietarios, que ya no sólo deben conformarse con premios bajísimos y correr casi para salvar los costos -el que tenga esa suerte-, sino con que se les falte el respeto sin siquiera dar aviso si sus caballos anotados podrán o no correr, con lo que se incurre en gastos irrecuperables, situación que, está más que claro, no le importa a nadie.
Lo del Bosque ya es un despropósito. Librado a su buena suerte -y que tampoco sería precisamente buena...- hace muchos años, salvo algunos pequeños espacios de prosperidad, como cuando Melitón López pasó por la Lotería provincial, todo allí ha sido sufrimiento y venirse a menos.
Convertido en una caja provincial y en la pista de aterrizaje ideal para sumar más y más empleados públicos, sólo sobrevive por la pasión de los dueños de la caballada y por el amor enorme que la familia hípica de la ciudad de las diagonales le pone al día a día.
Lo de la dirigencia directamente no tiene un adjetivo que le caiga con perfección, de la mano de asociaciones siempre cómplices, que de vez en cuando levantan la mano para que la evidencia no sea tan elocuente, pero que prácticamente nunca hicieron nada, sólo cobrar la que les toca de sus asociados y llevarse el pedacito del fondo de reparación asignado. El turf a nivel bonaerense jamás fue tomado en serio, por más que varias veces se lo haya escuchado al propio Gobernador, Axel Kicillof, brindarle apoyo a la industria. En los hechos, eso jamás sucedió, pues no puede incluirse en ese interés el despacho del dinero del fondo de reparación, que corresponde por ley.
Al respecto, nunca es claro que pasa con ese dinero en el sur, donde los premios son los más bajos de los hipódromos centrales. Un datito que tampoco pasa desapercibido. Ni hablar con la posibilidad de dotar a la hípica de ingresos genuinos, como podría ser el juego online, cajoneado históricamente por los malos de siempre, con la dirigencia haciendo la vista gorda...
La única verdad es la realidad, y habla de un Hipódromo de La Plata casi en ruinas y que en la semana de su carrera más importante, no se sabe qué futuro cercano (menos aún el lejano...) pueda tener.
Hoy se da por hecho que no habrá carreras, y ya hay quienes dicen que el jueves se correría el mismo destino. ¿Qué sucederá el sábado con el mitín del Gran Premio Dardo Rocha? Nadie se anima a dar pronósticos, aunque daría la sensación de que ese día sí el Bosque abriría sus puertas. El post Rocha es otro misterio.
Las buenas intenciones que mostró Mariano Cowen, el actual Administrador, en el inicio de su gestión se fueron diluyendo, un poco por sus propias ocupaciones y otro tanto por el absoluto desprecio por el turf que es tradicional en la clase política argentina, decidida a ignorar una actividad que proporciona empleo genuino como pocas; con sus cosas, como todas, pero con la mano del hombre como irremplazable.
Mientras observamos como, por ejemplo, acá nomás, en Uruguay, el Estado toma un rol influyente con el turf, en la Argentina se sufre y se sufre desde tiempos inmemoriables, desalentando a sus participantes y exponiendo la resistencia de la pasión hasta límites insospechados. Por ahora, aguanta, pero la pregunta es: ¿hasta cuando el hombre de turf permitirá que entre hipódromos, dirigentes y gremialistas (y le cabe a todos...) sigan tratándolo de la forma en que lo hacen? Lamentablemente, es un irremediable camino hacia una desapareción lenta. Al menos, del turf como lo conocemos hoy en día.
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