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Palermo suspendió la reunión de lunes; el malestar y el vacío fueron notorios

Foto del escritor: Turf DiarioTurf Diario

Problemas "técnicos" provocaron que no pudiera continuar el programa séptima competencia; intentó correrse el Clásico Martínez (G3) sin apuestas, pero finalmente tampoco pudo concretarse

Más allá del motivo por el que finalmente se haya suspendido la reunión del lunes en el Hipódromo Argentino de Palermo después de disputada la sexta competencia, lo que quedó claro es el enorme vacío dirigencial y el poco aprecio por el cuidado del propietario y el profesional que reinan en el turf argentino.

Cuando los participantes de la séptima carrera estaban ya detrás de los partidores, por el circuito cerrado se anunció que la largada iba a ser demorada por problemas ténicos. El centro de cómputos y el servidor de internet -¿no hay backup? se habían caído y el público esperó un rato. Sin embargo, cuando los caballos regresaron a boxes y se les quitaron las monturas, y los jockeys se retiraron al cuarto, ya en el ambiente se percibía que algo extraño estaba pasando y que la cosa venía para largo.

Casi a la par, circularon algunas fotos, audios y mensajes contando que, en realidad, el corte era provocado por el gremio de empleados del hipódromo ante un par de despido, versión que no encontró una confirmación a nivel oficial.

La historia es que ya después de más de 2 horas de inactividad y esperar los aires se caldearon y cuidadores y propietarios empezaron a presionar para saber qué iba a pasar. Hubo una reunión en la zona del comisariato, hasta donde se apersonó Ignacio Pavlovsky (h.), Vice Presidente de la comisión de carreras, para dar explicaciones e informar que la reunión iba a ser suspendida, pero que se iba a correr sin apuestas el Clásico Coronel Miguel F. Martínez. La respuesta no fue la esperada: "O corremos todos, o no corre nadie", se dijo, ya con enojo general.

A partir de allí todo fue anarquía. Ninguno de los otros 7 miembros de la comisión, ni los 3 que forman parte del comisariato apareció más y cuando los participantes del Martínez estaban en la redonda, los mismos propietarios y cuidadores que en el cuarto de jockeys dijeron que no se corría, se pararon frente a la salida a la pista y cumplieron con su palabra.

Había seguridad y enfrentamiento entre cuidadores y propietarios, pero nadie de Palermo salió a poner la cara y menos que menos había algún representante gremial o de alguna asociación, emblemas desde siempre de la desidia absoluta, con un aporte de soluciones nulo, pero muchos cargos ocupados. Palermo la hizo fácil y Andrés del Padrone anunció por los parlantes la anulación total de la jornada. El malestar fue general.

Hasta aquí, la cronología de los hechos, y, ahora, las opciones que Palermo debió manejar en lugar de mostrarse casi "ajeno" y sin que la gran mayoría de las personas que debieron salir a poner la cara, lo hicieran; al menos, para calmar los ánimos sin dejar que la pelea fuera entre los hípicos. 

Claramente había 2 opciones: garantizar el pago de los viáticos y traslados a todos los caballos que se quedaron sin correr, o disputar sin apuestas las 8 carreras restantes, evitando así que se generara la situación desagradable y desalentadora que se dio. No pasó ni una cosa ni la otra, y en Palermo sólo atinaron a decir que las carreras anuladas se pasaban a la reunión del viernes.

Claramente hay un costo de ir a competir y que hoy es altísimo, ni que hablar si se lo vincula con los premios bajos y retrasados de nuestras pistas. Y la gente, con razón, defendió el haber hecho la inversión de llevar a sus caballos a correr, ante un problema que es responsabilidad del hipódromo.

Alguna vez, lamentablemente para sus finanzas, Palermo puede perder por el bien general de una actividad que ya viene lastimada hace tiempo, que se las banca todas y que tiene un vacío dirigencial que asusta, pero no sorprende absolutamente a nadie.

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