So You Think, una leyenda del turf mundial que deja un enorme legado

Ganador de 10 carreras de G1 durante su espectacular campaña, murió Coolmore Australia el último fin de semana

So You Think marcó una época en las pistas / COOLMORE

NEW SOUTH WALES, Australia (Especial para Turf Diario).- El turf mundial despidió este fin de semana a una verdadera leyenda. So You Think, el crack que brilló en dos hemisferios y luego se consolidó como uno de los grandes padrillos de Coolmore, murió a los 19 años tras una corta enfermedad mientras era tratado en el Scone Equine Hospital, en Nueva Gales del Sur, Australia. La noticia fue confirmada por Coolmore Australia, donde el hijo de High Chaparral servía desde 2012, y que lo despide con el reconocimiento reservado para los gigantes.

“Cuando la gente visita Coolmore, el caballo que la mayoría quiere ver es So You Think”, expresó Tom Magnier, director de la operación australiana. “Era un auténtico caballero, amable, inteligente e imponente. Para todos los que lo cuidaron durante estos años es un día muy triste. Tuvimos la suerte de tenerlo con nosotros y verlo convertirse en uno de los padrillos verdaderamente élite del país”.

Criado en Nueva Zelanda por Mike y Helen Moran y Piper Farm, So You Think era hijo de la G3 Triassic, por Tights. Enviado al legendario entrenador Bart Cummings y propiedad de Dato Tan Chin Nam, debutó ganando en Rosehill en mayo de 2009. Aquel potrillo de físico imponente comenzó pronto a mostrar señales de grandeza: ganó el Gloaming Stakes (G3) y poco después se consagró con un triunfo inolvidable en el Cox Plate (G1), nada menos que en su quinta salida. Un año después repitió hazaña, convirtiéndose en uno de los pocos en la historia en conquistar dos veces la carrera más emblemática de Moonee Valley.

La primavera de 2010 fue su consagración definitiva. A las victorias en el Memsie Stakes (G2) y el Underwood Stakes (G1) agregó el MacKinnon Stakes (G1) y un valiente tercer lugar en el Melbourne Cup (G1), cargando peso máximo y demostrando un corazón a toda prueba. Su rendimiento lo llevó a despertar el interés de Coolmore, que lo adquirió y trasladó a Irlanda para continuar campaña bajo la conducción de Aidan O’Brien.

En Europa mantuvo el nivel que lo había hecho famoso: ganó por 10 cuerpos el Mooresbridge Stakes (G3) y luego sumó cinco victorias de G1, entre ellas la Tattersalls Gold Cup, el Eclipse Stakes y el Irish Champion Stakes. También fue segundo en el Prince of Wales’s Stakes y en el Champion Stakes, y cuarto en el Prix de l’Arc de Triomphe, antes de despedirse con un sexto en el Breeders’ Cup Classic (G1). Su carrera, de 23 actuaciones, incluyó 14 triunfos, ocho de ellos de máxima escala, y apenas dos actuaciones fuera del marcador.

En 2012 volvió al hemisferio sur para iniciar su vida como padrillo en Coolmore Australia, donde rápidamente se transformó en una pieza fundamental. Segundo en dos ocasiones en la estadística general de padrillos, dejó hasta ahora 66 ganadores clásicos, 12 de ellos de G1, entre los que sobresale Think About It, vencedor del The Everest 2023. En 2022, So You Think logró una hazaña única: tres hijos suyos ganaron pruebas de G1 en la misma jornada en Randwick.

Su influencia ya trasciende a la reproducción: sus hijas comienzan a destacarse como madres, con casos notables como los de Fireburn (Rebel Dane), ganadora del Golden Slipper (G1), y Puchkine (Starspangledbanner), vencedor del Prix Jean Prat (G1) este año.

So You Think había iniciado su vida en la cría con una tarifa de servicio de 66.000 dólares australianos y alcanzó los 99.000 en 2023, cubriendo 164 yeguas. Su última temporada fue a 77.000, con 105 cubiertas, cifras que lo ubicaban entre los padrillos más valiosos del mundo.

Magnier lo resumió mejor que nadie: “Nos dio recuerdos inolvidables, tanto en las pistas como en la reproducción. Siempre lo recordaremos como uno de los grandes, un caballo que representó lo mejor del turf en dos hemisferios”.

Su partida, apenas semanas después de la muerte de Fastnet Rock (Danehill) y Wootton Bassett (Iffraaj), deja un vacío enorme en Coolmore y en la crianza australiana. Pero también la certeza de que su nombre —y su legado— quedarán para siempre entre los más grandes que haya dado el deporte del turf.