Walter Suárez y María F. Alvarez tuvieron un gran sábado en San Isidro y encaran la parte final de la temporada con grandes expectativas, sin separarse ni un segundo
Es muy fácil mantener nuestra relación porque nos gusta lo mismo", dice casi sin pensarlo Wálter Suárez cuando se lo consulta sobre cómo es compartir prácticamente las 24 horas del día junto a María Fernanda Alvarez, su pareja, y con la que viven la pasión del turf desde su caballeriza en Palermo.
"Estaría bueno tener el 'día Osvaldo", agrega María, para luego sumar: "Es así, estamos todo el día juntos y es una costumbre que tiene ya treinta y pico de años. Nos repartimos las tareas, y cuando uno descansa el otro hace cosas. Tenemos todo organizado para poder trabajar tranquilos".
Walter vuelve a la carga y suma: "María organiza todo el stud, las salidas, y yo estoy en la pista dirigiendo el vareo. Juntos armamos las pensiones y pensamos las anotaciones, pero María después hace el trámite, porque tiene mejor manejo de la tecnología. Sumale algunos chico en el stud que nos ayudan y también hago un poco la administración, con los contadores".
Walter y María son hace mucho tiempo parte de la escenografía habitual en la Catedral de Palermo, donde están entre los entrenadores más importantes. "Es muy lindo lo que nos está pasando porque es una recompensa a todo lo que hicimos durante tantos años y tanto esfuerzo. Le damos mucho valor", confiesa Walter sobre la gran actualidad que atraviesa, con María, como siempre, lista para sumar: "Empezamos con el papá de Walter, bien de abajo, peonando, trabajando en el stud; yo le montaba y aprendimos junto con él hasta que falleció joven y nos hicimos cargo del stud, en un trabajo que siempre se hizo igual, aunque nos vamos modernizando, pero siempre con la misma base que él nos enseñó".
"Con el tiempo fueron llegándonos mejores caballos, y eso se fue notando en los resultados, porque en esta actividad si adentro de los boxes no tenés buenos potrillos y potrancas es todo muy difícil. No hay magia, es mucho sacrificio, tiempo y trabajo, no bajar la guardia y siempre seguir para adelante", redondea Walter.
Juntos, como siempre, tuvieron un gran sábado en San Isidro, ganando el Clásico Pedro Chapar (G3) con Soy Sincero (Fortify) y quedando segundos y terceros con Expressive Smart (Expressive Halo) y Simpática Peluquera (War Command) en el Clásico Cyllene (G2), sobre lo que cuentan: "Fue muy lindo con semejantes resultados, mucho más no se puede pedir".
Haciendo hincapié primero en Expressive Smart, ¿cuál es el secreto para mantenerlo al tope de su rendimiento con 9 años? Lo cuentan: "No habla, pero nos va diciendo las cosas. Ganamos las Estrellas en la milla, pero después lo tuvimos que bajar porque ya le costaba. Es muy sano, no tiene misterios, lo trabajás normal. Tiene una salud de fierro, y una sola vez lo mandamos a descansar al campo, pero de vergüenza, porque no había tenido descanso. A su dueño le decimos que lo disfrute todo lo que pueda, porque por ahí si ahora lo paramos, ya después no vuelve a este nivel".
A la hora de hablar de Ser Sincero y su salto en la distancia, explica Walter: "Siempre tuvo potencial y después de todo lo bueno que hizo en la recta, tras ganar las Estrellas, nos mostró que era llegador, por lo que decidimos tenderlo. La primera vez nos tocó perder por poquito, pero tenía la furia de la corta que con la tendida se va amansando. Se merecía otra oportunidad en 1400 metros y ya respondió muy bien, mostrando un golpe de velocidad que nos encantó. Ahora nos anima a llevarlo a la milla, porque si bien no es un crack, es un excelente caballo y al que siempre tuvimos en mucha confianza y gran concepto. Ahora seguramente iremos al Clásico Candy Ride, otra vez en 1400 metros, para después tratar de llegar al Anchorena, en diciembre", cuenta Walter.
Los dos sueñan también con Iron Forge (Forge), segundo en el Ensayo y que irá ahora al Jockey Club (G1), pensando en tener un fin de año inolvidable y coronar otra gran temporada. Como siempre, encararán juntos todos los desafíos, al fin, el gran secreto de Walter y María.
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