El entrenador se dio el gusto de ganar por primera vez el Longines Gran Premio Latinoamericano (G1), con Tetaze

Roberto Pellegatta estuvo más de 2 años sin presentar los caballos que entrena, pero su regreso fue realmente fantástico. En una semana ganó nada menos que cinco clásicos, decorando semejante cosecha con la victoria que más quería: la de Tetaze en la 36ta. edición del Longines Gran Premio Latinoamericano (G1), el sábado último en el Hipódromo de San Isidro, la primera de su vida en la prueba continental.

Un verdadero artesano de la profesión, un hombre con una capacidad única para forjar cracks desde su búnker de Palermo, sólo su experiencia lo mantiene tranquilo en un momento semejante, conocedor de que el éxito es efímero en el maravilloso mundo de las carreras de caballo, aunque eso no le prohibe disfrutarlo.

“El destino  a veces te cambia las cosas, y eso sucedió con Tetaze, del que siempre tuve la mejor de las opiniones. Por eso le dije a Daniel Mautone, el propietario de Bingo Horse, que le comprara a Roberto Vignati una parte del potrillo, porque le veía mucho futuro y que podía llegar a victorias como la que se dio. Después de que se cerrara la operación la idea era enviarlo a los Estados Unidos, pero se complicó el viaje y, después lo que sucedió con Sandino Ruler (Roman Ruler) los golpeó un poco, por lo que se cambió de idea. Pensamos entonces en el Latinoamericano pero el tema era que había que conseguir una gater. Finalmente se consiguió pagando la suma que contemplaba el reglamento, fue una apuesta muy grande y de compromiso, claro”, cuenta “Pelle” desde su casa, donde pasa la mayor parte del día para resguardarse del Covid-19, por ser parte de la población de mayor riesgo.

“Después de la carrera tuve sensaciones encontradas. Primero sentí una alegría inmensa por haber ganado finalmente el Latino; y otra al ver el hipódromo sin el marco de gente que una prueba de este nivel se merecía, pero la situación está complicada y hay que entender las medidas que se tuvieron que tomarse”, reflexiona al respecto.

La preparación de Tetaze hacia el Latino fue ideal, y para Pellegatta: “Ese tiempo que pasó desde el día que corrió el Pellegrini le vino extraordinario, porque fue como si estuviera de vacaciones y maduró mucho durante ese lapso”. Luego, cuenta el cuidador: “Trabajé con margen para la carrera. Primero lo pasé 1200 metros, después 1800, hasta que llegó la corrida que fue extraordinaria y fundamental para seguir adelante con el plan de correr. La única duda que tenía era el pasto, porque para mí entrar quinto en el Pellegrini me decepcionó; yo creo que en la arena es más, pero había que decidir. Los que pusieron el alma, además de la plata, fueron los propietarios, que me insistieron en correr y me liberaron de cualquier responsabilidad si la cosa salía mal. Si se corrió y se ganó fue más por ellos que por mí, nosotros, con mi equipo, sólo hicimos lo de siempre, lo que sabemos”.

Cuenta Pellegatta que: “Con Gustavo -Calvente, el jockey- hablé mucho y quedamos en correrlo esta vez más cerca, correr toda la vuelta o morir, porque el potrillo estaba preparado al máximo, estaba para correr como corrió. Tuvimos suerte con el sorteo, porque en las carreras anteriores nos tocó largar una vez del 16 y la otra desde el 24; ahora el 7 era bárbaro. Después se dio que al entrar al derecho se golpearon varios, se abrieron otros y a Gustavo le quedó libre adentro para aprovecharlo como lo hacen los jinetes diferentes, él sabía el caballo que tenía. Gran parte de este éxito es de Gustavo. Le dio una conducción perfecta, cumplió a rajatabla lo que habíamos planeado. Es un chico que le pone mucho corazón y garra arriba del caballo”.

El tema de no haber ganado aún un Latino no era menor para Roberto, que tiene la copa de casi todas las carreras importantes del país en su vitrina. Por eso, “Esta carrera me la debía, pero mi alegría es más por los dueños, que ponen el alma por el turf y que son además amigos, gente que me tiene mucha confianza. Les aconsejé la compra y por suerte todo salió bien. Siempre digo que no hay nada mejor para hacerte quedar mal que un caballo de carreras, aunque esta vez no se dio”.

Roberto destaca que “mi equipo de trabajo: Miguel Suárez, Franco Saldivia y el resto del personal, son parte de este gran triunfo”, y luego deja un lugar para lo que vendrá: “El futuro no sé cuál va a ser. Hay muchas chances de que se venda, y otra opción es que quede compitiendo acá para luego ser padrillo, pues sus propietarios también crían, y Tetaze tiene todo para ser exitoso: es hijo de Equal Stripes, palabras mayores, en una madre Orpen y además es muy lindo. A mi me gustan los caballos nacionales, los buenos, claro, para ser padrillos”.

Repite que la suspensión que lo dejó fuera tanto tiempo le dolió mucho, pero también que “Tener buenos caballos como se me da este año, te da ganas de seguir. Pienso en el retiro pero, mientras tanto, vamos bien, estoy feliz y todavía falta”. Pellegatta dixit.

Simón Mitagstein