Después de Navidad llegan las dos reuniones del mitín de cada temporada

Las Islas Malvinas fueron y son un tema muy sensible para los argentinos. La soberanía y la ocupación inglesa han sido fuente de debate por más de un siglo e, incluso, derivando en la guerra de principios de los años ‘80, una bisagra para una generación entera de compatriotas.

No es la intención del cronista instalar posturas ni debatir sobre temas políticos, no es el ámbito, aunque sí hacer notar que allí, pese a que muchos no lo saben, funciona uno de los hipódromos más australes del mundo: Stanley Racecourse.

Con ingleses como habitantes, no resulta para nada extraño que entre los entretenimientos que se plantearon cuando Stanley, la capital y renombrado Puerto Argentino durante la ocupación nacional de algunas semanas en 1982, empezó a crecer haya estado la construcción de una pequeña pista de carreras.

Más de un siglo ha pasado desde que empezó a correrse en Stanley Racecourse, cuyo único mitín anual es ya un clásico posterior a la Navidad, con fecha para los días 26 y 27 de diciembre, cuando se lleva a cabo bajo la organización del Stanley Sports Association y en festejo del denominado “Boxing Day”.

Allí no hay capelinas y galeras como en Royal Ascot, el más emblemático festival de carreras británico, pero sí muchas familias que esperan la fecha con ansiedad para pasar un día estupendo, que mezcla el turf con competencias pedrestas y varias actividades más.

Los jockeys no usan breeches, sino jeans, y las monturas no son diminutas como las que pueden verse en Palermo o San Isidro, sino bien grandes y cómodas, para albergar cuerpos de 80/90 kilos, como el de los aficionados que ofician de jinetes. Eso sí, casco y chalecos llevan todos…

Stanley Racecourse es bien pintoresco, con una pequeña tribuna y un edificio (casi una casa) contiguo donde funcionan las cabinas de los jueces y los vestuarios, todo muy amateur. La pista tiene unos 1900 metros bastante desparejos y césped como escenario.

El hipódromo de las Islas Malvinas tuvo un momento de exposición fuerte cuando en 1966 se produjo el Operativo Cóndor, cuando un grupo de argentinos desvió un avión civil de Aerolíneas Argentinas y obligó a su comandante a aterrizar en las el archipiélago habitado por el Reino Unido, pero reclamado históricamente por la Argentina. Fue justamente la recta de Stanley Racecourse la que sirvió para aterrizar, en un conflicto que tendría una duración de 2 días y que vería 7 banderas argentinas flamear en las Islas; hoy, las enseñas en diferentes espacios, como la Casa Rosada, la Basílica de Luján, el Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur, en el Palacio del Congreso de la Nación y en la Basílica de Itatí.

En las Islas Malvinas también funciona un hipódromo, y la semana próxima disfrutará de su momento de cada temporada. Porque el turf, siempre ha sido parte de los pueblos y de su pasión. Sin importar banderas.

Diego H. Mitagstein