El triunfo del hijo de Campanologist el sábado en el Progreso (G3) de San Isidro tras su viaje al exterior, tuvo unos pocos antecedentes

El triunfo de Village King el sábado último en el Clásico Progreso (G3) sobre el césped del Hipódromo de San Isidro no fue uno más. No es común que un caballo argentino que haya competido durante un lapso importante en el exterior pegue la vuelta para tratar de volver a ser el “patrón de la vereda” en casa; la mayoría nunca toma el avión de regreso, siendo destinados a la reproducción o a otros fines más “caseros”, desapareciendo de los titulares.

El hijo de Campanologist reprisó renovado, ganando por varios cuerpos y puso proa a la ilusión de correr el Gran Premio Carlos Pellegrini (G1) por seguda vez, tras aquél tercero en 2017, repitiendo un camino similar al que en septiembre último había cursado Keane (Equal Stripes), que después de una excursión de un par de años por Emiratos Arabes Unidos -donde no llegó a salir a la pista- y de correr únicamente el Precisionist Stakes (G3) en los Estados Unidos, regresó ganando en La Plata el Clásico Stud Book Argentino (L).

La “hazaña”  de Village King también hizo recordar al camino recorrido en 1999 por el crack Refinado Tom, que también tuvo un bache de 3 temporadas desde que se alzó con la Triple Corona en 1996 hasta volver a encontrarse con “su” público.

Como Village King -que se impuso en el Red Smith Stakes (L) de Aqueduct-, el inolvidable alazán de La Biznaga también pasó por los Estados Unidos y logrando un éxito resonante, como cuando se llevó el Native Diver Handicap (G3) de 1997 en Hollywood Park, preparado por Richard Mandella. Y también como el héroe del sábado, su reingreso al circuito nacional fue cruzando adelante el disco.

“Refinado” ganó el Clásico Benito Villanueva (G2) de Palermo, sobre una milla y superando al G1 Flirteador (Southern Halo), para luego quedarse con el Gran Premio Estrellas Classic (G1), ser segundo en el Gran Premio General San Martín (G1) y sumar un último disco en el Clásico Italia (G3).

Otro ejemplo aún más cercano fue el de Asidero, el campeón de La Pomme que en ese 1999 se consagraba como Caballo del Año después de vencer en los grandes premios Gran Criterium (G1), Dos Mil Guineas (G1), Polla de Potrillos (G1), Jockey Club (G1) y Carlos Pellegrini (G1).

Lo suyo no fue tan exitoso. Primero en el norte debutó ganando bajo la preparación de Ron McAnally un optional claiming en en Hollywood Park, quedando luego quinto en el Arlington Million (G1) y tercero en el Clement L. Hirsch Memorial Turf Championship Stakes (G1).

Sucesivos bajones llevaron a la familia Liberman a devolver al zaino al stud de Juan C. Etchechoury (h.) en el Campo 2 de San Isidro, aunque en su única labor post regreso el crack terminaría sexto en el Clásico República Federativa del Brasil (G3), siendo retirado de las pistas y enviado como padrillo al Uruguay, donde tuvo muy buen suceso desde el Haras Don Alfredo.

Algunos más veteranos también recuerdan el nombre de Telescópico (Table Play), el ganador de la Cuádruple Corona de 1978 y que luego de trajinar durante un año y medio por las pistas europeas al cuidado de Maurice Zilber y para la sociedad conformada por Mahmoud Fustok y Naji Nahas, dos árabes vinculados al petróleo. Ganó 3 carreras en Francia, fue segundo en el Gran Premio Roma (G1), en Italia, y quinto en el King George  VI and Queen Elizabeth Stakes (G1) de Ascot.

Fue el propio Zilber el que aconsejó que el caballo volviera a nuestro país porque nunca se pudo aclimatar a los rigores europeos, siendo recibido por don Juan Esteban Bianchi y por Marina Lezcano. Su reprise fue en el Gran Premio Carlos Pellegrini (G1) de 1980, aquél de Regidor (Pepenador) y Mountdrago (Sheet Anchor) luchando mano a mano en el derecho. El crack llegaría entre los no placé, pero su vuelta, fue histórica…