El tordillo ganó de punta a punta el Gran Premio de Honor (G1), sobre 2000 metros, y cumplió una hazaña sin demasiados antecedentes

Por Diego H. Mitagstein

Cuesta encontrar en la memoria la última vez que un caballo fue ovacionado por el público. Cracks los hubo y los habrá; caballos queridos, también. La “remake” versión 2021 de esa película soñada llamada “Caballo del Pueblo” parece tener al tordillo Strategos como “actor principal”, aplaudido al cruzar el disco, al volver para la foto y hasta cuando volvía hacia las duchas por la gran cantidad de público que en Palermo desafió la coyuntura, este sábado.

A 4 meses de consagrarse como virtual campeón sprinter, ganando los G1 Suipacha, Maipú y Unzué, el hijo de Zensational consiguió la hazaña de ganar el Gran Premio de Honor (G1-2000 m, arena normal), en un paso increíble desde la recta hacia el medio fondo que sólo tiene a Engrillado (Friul) como antecedente más cercano y hasta casi único, con la paradoja de que tanto uno como el otro se iniciaron en el interior del país para luego conquistar los máximos, quizás uno de los secretos para ese magnetismo que el alazán de Los Vascos generó allá por inicios de los ‘90 y que el nieto del hijo del viendo (Candy Ride, quien más…) provoca ahora.

Cada una de las palmas que resonaron en “La Catedral” estuvieron justificadas. El turf, como cualquier deporte, “vive” de los ídolos, son el agua en el desierto, el alimento para la pasión, la alegría y la esperanza; ayudan a subir la popularidad y a llenar tribunas, aunque este último ítem hoy esté “suspendido” por la maldita pandemia.

La hípica lucha contra el tiempo y los “rivales bravos”, y de allí que la aparición de un caballo como Strategos sea vital. Con clase, con corazón, con velocidad y ahora con resistencia, para lograr el cóctel soñado y haberse convertido en un “Dios”.

La historia del tordillo siempre se escribió de la mano de una calidad innegable, pues desde siempre se lo consideró bueno derecho. Pero la salud le jugó una mala pasada en un momento y lo sacó del medio por mucho tiempo. Pero cuando volvió, habiéndole dado el período necesario para una plena recuperación, fue mejor todavía.

En manos de Nicolás Martín Ferro, uno de los hacedores del “fenómeno Strategos”, el hombre que lo sacó campeón primero para ahora hacerlo inolvidable, el caballo del Stud Ojos Claros puso el resto, encontrando en Francisco Leandro un socio ideal para lucirse. El gran favorito salió volando de las puertas y sacó varios cuerpos, pero el jockey brasileño lo contuvo en el codo y sus rivales se le pegaron; pareció que no había más; se encendió la alarma. Sin embargo, por el contrario, allí empezó el show. Lo atacó Emotion Orpen y, lejos de mostrarse vulnerable, el crack retomó el ritmo y empezó a escarbar con ganas para empezar a desprenderse hasta cruzar el disco con 2 cuerpos de ventaja sobre Endomondo (Endorsement), que por 3 dejó tercero a Emotion Orpen, cansado por el esfuerzo de ir a buscar al puntero, y cediendo la posición de escolta. El tiempo de 2m1s45/100 fue excelente, como para que la fiesta sea completa.

El turf estaba buscando un caballo como Strategos, bueno, diferente, capaz de conquistar al público, de atraer gente nueva a las tribunas de un hipódromo, aunque en estos tiempos justo nos tome con capacidad limitada. Lo del tordillo fue sublime, emocionante, único; no tiene sentido perder el tiempo en comparaciones, nadie dirá que es Forli. Pero lo que logró saltando de la recta a los 2000 metros con idéntico resultado, y en el plano de los G1, no es para cualquiera. La ovación que recibió lo dijo todo. ¡Viva el turf!