El jockey brasileño ganó la primera carrera de este viernes en Gávea y cruzó el disco de un nuevo gran objetivo

Estaba por volver de una de sus últimas caídas, aquella en la que se estrelló contra la durísima baranda de Palermo. Le quedaba poco tiempo de recuperación, y el cronista le preguntó a Jorge Ricardo con la confianza que dan los años: ¿Jorge, porqué no parás? El jockey levantó la vista, asintió como entendiendo, y dijo, simple: “Sabe que pasa, Diego, esto es mi vida; es lo que aprendí a hacer y lo único que se hacer. Si me tiene que pasar algo, será mi responsabilidad, pero así no me quiero retirar”.

La frase sintetiza el pensamiento de un hombre superdotado, de un ser humano fenomenal y de un deportista ejemplar, ese que este viernes en el Hipódromo da Gávea, en Río de Janeiro, Brasil, su casa, logró ese objetivo que se trazó cuando lo vió a tiro: alcanzar los 13.000 triunfos. Estamos tan acostumbrados a sus récords que hasta ya nos parecen normales, aunque sean anormales. 

Piense, amigo lector, ¿sabe lo que significa ganar 13.000 carreras? Es una locura, un imposible, una marca que, seguramente, no será superada nunca más. Y para conseguirlo no hace falta ser sólo un buen jinete, esa cualidad que Ricardinho porta sobradamente, debe mezclarse con un amor único por la profesión, con una cabeza singular y con un corazón tan grande como el mismo Corcovado que en este viernes 25 de septiembre de 2020 que quedará en la historia fue testigo de la hazaña, con el Cristo Redentor queriendo abrazarlo.

Conmovieron sus palabras, sus saludos y sus lágrimas, compartiendo los momentos que siguieron a su victoria con Gloriosa Negra (La Furia Negra) en la primera carrera con sus hijos, su familia y sus amigos, en esa escena que su mente habrá imaginado vivir tantas veces…

Jorge Ricardo es un guerrero, un luchador de la vida, un deportista que en Brasil pueden comparar sin miedo al ridículo con otros grandes como Ayrton Senna o Pelé; porque cada uno en lo suyo fue único. Pero, más allá de esos 13.000 discos, de su “positivismo extremo” permanente, el ídolo es un ejemplo, un modelo que cualquier chico lleno de sueños puede seguir con los ojos cerrados, sin miedo a equivocarse que si lo podrá llegar a cosas grandes.

El hombre que festeja con la misma sonrisa un disco de G1 que uno en la de perdedores de 6 años, sacudió al turf mundial, nos hizo recordar a todos que ser contemporáneos de un fenómeno tan singular ha sido un lujo, una bendición.

Para Ricardinho correr es su vida, no se cansa de decirlo, y vaya a saber uno hasta cuando seguirá montando un SPC a toda velocidad con el objetivo único de ganar y de acercar alegría a la gente, un don que tiene y que explota. Quizás nosotros podamos decirle “ya está”, quizás en este momento él esté pensando lo mismo. Pero será él quien le ponga punto final a su vida de película como jockey profesional.

Aquí llega el momento de romper las reglas y de hablar en primera persona, porque ahora que estás lejos no puedo darte el abrazo que te gustaría. Sólo decirte que compartir todos estos años de pasión por los caballos y por las carreras, de disfrutar de tu clase, de verte triunfar y hasta de compartir algunas fotos con los caballos de la casa, ha sido uno de los más grandes placeres que el turf me permitió vivir. Te admiro, te aprecio y hoy hago una reverencia para saludarte en el día en que por fin alcanzaste la marca que para cualquiera hubiera sido un delirio, pero que para vos era un desafío; uno más de esos muchos que en tu vida profesional te trazaste.

Mentiría si no te dijera que me hubiera encantado que el récord lo hubieras alcanzado en la Argentina, tanto como si no dijera que me pone feliz verte feliz con los tuyos. Seguro volverás a Buenos Aires y no sólo a saludar, sino a despedirte de tanta gente que te quiere y que te admira; a ganar más carreras en San Isidro, Palermo o La Plata, te toque correr la primera o la última en el Bosque un día de lluvia y con un bagre que no tiene chapa.

¡Da-lhe, Ricardo! Es tiempo de festejar, de brindar y de, porqué no, ponerte un nuevo objetivo por alcanzar. De nuevo, gracias por permitirnos ser parte de esta trayectoria fantástica, exitosa e irrepetible; sobre todo, irrepetible…