Como Curlin, su padre, se quedó con la prueba más importante de la serie, en Santa Anita Park

ARCADIA, California (Especial para Turf Diario).- Vino Rosso, el caballo que venía de ser distanciado del primer lugar en la Jockey Club Gold Cup (G1), encontró una revancha máxima en el Breeders’ Cup Classic (G1-2000 m, arena, US$ 6.000.000 de bolsa) de Santa Anita Park.

Como Curlin, su padre, alcanzó la gloria en la carrera más importante de la serie que vivió su XXXVI edición entre viernes y sábado, consolidando su posición convocante y su envidiable popularidad como fuente de momentos inolvidables.

Con solvencia, distanciándose en la recta del favorito McKinzie (Street Sense), el nieto de Street Cry superó por 4 1/4 cuerpos a su rival, dejando tercero a idéntica distancia a Higher Power (Medaglia D’Oro), en un marcador copado por los 4 años, la camada del triplecoronado Justify (Scat Daddy). Elate (Medaglia D’Oro), que buscaba convertirse en la segunda yegua capaz de ganar el Classic, quedó cuarta, lejos, sin ser protagonista nunca.

Vino Rosso provocó, también, el primer éxito del preparador Todd Pletcher en la prueba más fuerte del festival, y la undécima de su vida por total en la serie, un dato para nada menor si se tiene en cuenta la cantidad de intentos previos que había tenido.

Irad Ortíz Jr., la gran figura entre los jinetes, Vino Rosso alcanzó en 2019 la regularidad que le había faltado el año anterior, cuando después de ganar el Wood Memorial (G2) en Aqueduct fue noveno en el Kentucky Derby (G1), cuarto en el Belmont Stakes (G1), tercero en el Jim Dandy (G2) y quinto en el Travers Stakes (G1).

Comenzó su temporada ganando el Stymie Stakes (L) en Aqueduct, luego se quedó con la Gold Cup at Santa Anita (G1) y más tarde sería tercero de McKinzie en el Whitney (G1), previo a su distanciamiento en la Jockey Club Gold Cup. Fue revancha plena para el alazán.

Propiedad en conjunto del Repole Stables y St. Elias Stable, Vino Rosso mereció las mejores palabras por parte de Pletcher: “No se trataba de la última carrera, se trataba de ganar el Classic, especialmente para sus dueños y sus familias. Sentíamos que las últimas cinco semanas el caballo había estado entrenando maravillosamente bien, tango que estaba ansioso y nervioso por competir. Es muy reconfortante, muy llenador, muy emocional. Siempre estuvimos seguros que iba a ser mejor a los 4 años que a los 3”.

Ortíz, que ya en 2018 había vivido una Breeders’ Cup espectacular, repitió esa sensación ahora con 4 discos, contó: “Me encantaba la forma en que se venía comportando en los días previos, tenía mucha confianza en él y todos vimos de lo que fue capaz. En la curva se movía muy bien, muy fácil, controlando a McKinzie. Al principio me obligó a mantenerlo atento, pero ya en el opuesto mejoró y me convencí que íbamos a tener una posibilidad. Cuando le pedí todo, respondió de la forma en que esperaba. Para mí, personalmente, fue un fin de semana maravilloso”. 

Por desgracia, el Classic terminó con una muy mala noticia ante la lesión de Mongolian Groom (Hightail), que sufrió una fractura en su pata izquierda. Atendido por los veterinarios, y tras una evaluación completa, no quedó más opción que sacrificarlo.

Vino Rosso, que fue criado por John Gunther, el mismo de Justify, fue adquirido en 410.000 dólares durante las ventas de yearlings de septiembre en Keeneland, y es hermano materno del placé de G3 So Alive (Super Saver). Su abuela es la ganadora clásica Flaming Heart (Touch Gold), en una línea materna modesta y en la que sobresale el G1 I’m the Tiger (Siphon).

Vino Rosso ganó el Classic, pero, a pesar de semejante actación, da la sensación de que el título de Caballo del Año quedará para Bricks and Mortar (Giant’s Causeway), número uno sobre el césped.

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