El hijo de Mastercraftsman fue claro dominador en el 1-2-3-4-5 trasandino en el Club Hípico de Santiago

SANTIAGO DE CHILE, Chile (De un enviado especial).- El estupendo triunfo de Ya Primo en la XXXV edición del Longines Gran Premio Latinoamericano (G1-2000 m, césped, US$ 500.000 de bolsa) ya era un sueño hecho realidad, encabezando el potente 1-2-3-4-5 de la delegación local. Muchos, muchos en serio, se preguntaban si la influencia del trazado podía ser tan concluyente, situación que encontraba una respuesta apabullante en el marcador oficial, agregando que entre los 8 primeros estuvieron los 7 caballos trasandinos en la prueba, con la única intromisión del argentino Pure Nelson (Mount Nelson), tibio sexto a la postre. La fortaleza del Club Hípico y su pista en el sentido horario volvió a ser impenetrable para los visitantes, manteniendo el invicto trasandino allí, que, dicho sea de paso, jamás había sido tan apabullante. Otros también arrimaban a las charlas post carrera una pregunta con cierta lógica: ¿tiene sentido organizar el hoy clásico mejor rentado de la región en un hipódromo donde todo se desarrolla al revés que en los demás de la región?

Hubo posturas encontradas, pero la conclusión a la que mayoritariamente se arribaba tras los análisis, fue que, como miembro de la Organización Sudamericana de Fomento del SPC, el hermosísimo Club Hípico tiene tanto derecho como cualquiera, a pesar del desafío diferente y complicado que representa para los caballos de Argentina, Brasil, Uruguay y Perú.

El capote chileno tuvo en Ya Primo a un ganador que deleitó. Que superó una suelta horrible (arrancó desde la puerta 14) y la baja de distancia con una carga impactante en “tierra derecha”, tanto como para terminar superando por 3 3/4 cuerpos a Nombar, redondeando el 1-2 del preparador Guillermo Aguirre, del padrillo Mastercraftsman -que en 2019 volverá al Haras Firmamento- y del Haras Don Alberto como criador.

Brown Storm (Scat Daddy), puntero con varios cuerpos hasta promediando la recta, completó la trifecta, delante de la yegua Penn Rose (Dylan Thomas) y El Expreso (Tumblebrutus). Sólo allí apareció Pure Nelson como el visitante mejor ubicado, en actuación aceptable. 

¿Qué fue de los dos argentinos con mejores antecedentes? Pues bien, Nicholas (Equal Stripes) no tuvo la pólvora acostumbrada y remató noveno a 14 1/4 cuerpos, dejando décimo en una misma línea a Sixties Song (Sixties Icon), sobre el que habrá que decir que en la noche previa sufrió un episodio de cólico del que pudo salir sin necesidad de medicación, aunque, evidentemente, sufriendo a la hora de la verdad las esquirlas del inoportuno tropiezo.

“Vino fenómeno hasta que le quité el apoyo, allí se desinfló y nunca tuvo fuerza para atropellar”, diría luego Pablo Falero, su jockey, mencionando también el estado de la pista como atenuante. Al respecto, muchas fueron las quejas de los protagonistas en la previa y en el post sobre el césped del Club Hípico.

Los peruanos y los brasileños, en tanto, corrieron más que nunca, ocupando las últimas cinco posiciones, lejos, demasiado lejos. “No se qué pasó. Al menos mi caballo no arrancó nunca. Pero veo que ninguno de los extranjeros lo hizo tampoco”, contó Carlos Trujillo, que montó al limeño Sensacionale (USA-Broken Vow), último.

Ya Primo, que venía de vencer en El Derby (G1) de Viña del Mar, batió el record de pista al detener el cronómetro tras 1m56s68/100, registro que, habrá que hacer la búsqueda correspondiente, suena a record mundial para la distancia en sentido horario. El tordillo llegará agrandado al nuevo desafío que sifnificará competir en los Estados Unidos, donde el destacadísimo preparador Chad Brown lo aguarda con los brazos abiertos pues, como se recordará, antes de la carrera un propietario americano adquirió “la mitad del pase”.

Chile dominó por completo una edición del Latino que fue inolvidable para los locales y una pesadilla para los visitantes.

Diego H. Mitagstein