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Edwin Talaverano: el adiós de un gigante que unió banderas

  • Foto del escritor: Turf Diario
    Turf Diario
  • hace 5 horas
  • 3 Min. de lectura

El formidable jockey peruano se retiró este domingo en Monterrico, donde se le realizó un merecidísimo homenaje; ahora será parte de la Escuela de Jinetes en Perú


Edwin Talaverano y una despedida inolvidable en Monterrico / JCP / JULIO VILLANUEVA
Edwin Talaverano y una despedida inolvidable en Monterrico / JCP / JULIO VILLANUEVA

Por Diego H. Mitagstein

Hay deportistas que no pertenecen a un solo país, sino a la historia misma de su disciplina. Edwin Talaverano Cárdenas es uno de ellos. Este domingo, el Hipódromo de Monterrico se vistió de gala, no solo para disputar una nueva versión del Gran Premio Nacional - Augusto B. Leguía (G1), sino para detener el reloj y aplaudir, quizás por última vez con la fusta guardada, al hombre que hizo del arte de conducir caballos una cuestión de precisión quirúrgica.

En un Herraje de Vencedores colmado por representantes de todos los estamentos hípicos -propietarios, criadores, preparadores y colegas-, el Consejo Directivo del Jockey Club del Perú encabezó un homenaje que destiló emoción pura. Rodeado de su familia y bajo una ovación que bajó de las tribunas como un eco de tantas tardes de gloria, Edwin se despidió de las pistas.


Una leyenda forjada en oro

La campaña de Talaverano es un inventario de hitos imposibles. En su Perú natal, su nombre quedó grabado con letras de molde al conquistar en 4 ocasiones el Derby Nacional (G1), la Cinta Azul. Desde aquella victoria con Kiana (Spend One Dolar, 2002) hasta la más reciente con Poseidon (The Lieutenant, 2023), pasando por el back-to-back con Ancelotti (Street Hero, 2018) y Baron Rojo (Ministers Joy, 2019), Edwin demostró que su vigencia no conocía de almanaques.

Pero fue su proyección internacional lo que lo elevó al estatus de mito. Sus tres conquistas en el Gran Premio Latinoamericano (G1) -con Stash (Stack, 1993), Madame Equis (Book the Band, 1999) y aquel inolvidable triunfo con Liberal (Meal Penalty, 2015)- lo sitúan en un pedestal donde muy pocos pueden sentarse.


Argentina: su mayor escenario

Si en Perú es un prócer, en Argentina Edwin es patrimonio nacional del turf. Su desembarco en los años 90' cambió la forma de correr en San Isidro y Palermo. Con una postura elegante y una paciencia infinita para esperar el momento justo, Talaverano se convirtió en el Rey del Pellegrini. Ganó el Gran Premio en 4 oportunidades, una marca que marea: con Laredo (Muscovite, 1993), con Fregy's (Combsway, 1996), con el campeón Asidero (Fadeyev, 1999) y con Interaction (Easing Along, 2009). Precisamente ese 2009 fue su año de gracia, donde no solo barrió con las pruebas internacionales de la jornada, sino que la prensa argentina lo reconoció con el Olimpia de Plata, galardón que lo distinguió como el mejor deportista de la actividad en el país.

Nadie olvidará tampoco aquella batalla épica en el Clásico Jockey Club del Perú (G1) de 1996, cuando sobre Fregy's contuvo por una cabeza al chileno Gran Ducato (Roy), en lo que muchos consideran una de las mejores conducciones de la historia en el Coloso de Surco.


La palabra del Maestro

Visiblemente emocionado, Edwin hizo uso de la palabra para cerrar un capítulo de más de 5800 fotos de victoria. "Quiero agradecer el cariño del público, que siempre me hizo sentir en casa, y especialmente a los propietarios y preparadores que confiaron en mis manos para llevar a sus caballos a la victoria en Perú, Argentina y Estados Unidos", expresó con la humildad que siempre lo caracterizó.

El retiro de las pistas no significa el adiós al turf. Edwin Talaverano ya ha comenzado a volcar su sabiduría en la Escuela de Jinetes, donde como profesor tiene la misión de formar a las nuevas generaciones. Allí, los aprendices no solo aprenderán técnica, sino que tendrán frente a ellos el ejemplo vivo de lo que significa ser un profesional íntegro.

Se retira un jinete de manos de seda y mente de hielo. Se va de las pistas el hombre que hizo parecer fácil lo difícil. Gracias, Edwin, por haberle dado al turf sudamericano una jerarquía que quedará grabada por siempre en la memoria de quienes aman este deporte. El Herraje de Vencedores será siempre tu casa.

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