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El día perfecto: Felice, The Gladiator’s Hat y una victoria que queda en la historia

  • Foto del escritor: Turf Diario
    Turf Diario
  • hace 2 días
  • 3 Min. de lectura

Con un caballo criado por él mismo y guiado por un equipo de enorme calidad, el propietario celebró un Dardo Rocha que combina revancha, emoción y un legado familiar imposible de ignorar


The Gladiator's Hat y una imagen símbolo de un momento único / JUAN I. BOZZELLO
The Gladiator's Hat y una imagen símbolo de un momento único / JUAN I. BOZZELLO

La victoria de The Gladiator’s Hat en el Gran Premio Dardo Rocha (G1) quedará en los libros, pero también en el corazón de Carlos Felice, su propietario y criador, que vivió la consagración con una mezcla de incredulidad, emoción pura y orgullo por una historia construida desde abajo, con convicción y afecto por la hípica. “Cuando ves que se desprende, rogás que llegue… No sabés por cuánto ganás”, resumió, todavía con la adrenalina a flor de piel.

Para Felice, el Rocha no es una carrera más. Tiene raíces profundas. “Mi papá era burrero y venía siempre a La Plata. Para él esta carrera tenía un simbolismo enorme, y uno la hereda”, contó. La tradición familiar y el amor por los caballos se unen en un triunfo especial: ganar con un ejemplar criado por él mismo, hijo de Hat Ninja (Hat Trick), padrillo que también representa un proyecto personal.

The Gladiator’s Hat es, de hecho, parte de una línea que Felice defiende y sostiene desde hace años. “Este potrillo lo criamos nosotros, con muy pocas yeguas, con pasión y mucho laburo de Mariano -Semowoniuk-”, resaltó. Y detrás de la victoria aparece inevitablemente Hat Ninja, el reproductor que ahora sirve en el Haras La Providencia después de una etapa breve en Córdoba. “Es difícil instalar un padrillo nacional, sobre todo cuando sos chico. Pero él lo merecía por genealogía y por campaña. Era un caballo muy clasudo, que da distancia”, explicó.

La carrera fue, por donde se la mire, un desafío. The Gladiator’s Hat llegaba sin los antecedentes de los grandes candidatos, pero Felice nunca dejó de escuchar a quienes más saben del caballo: “Vamos patrón, ganamos el Rocha”, le dijeron en el stud... Y el tiempo trajo la razón. “Yo veía la carrera bravísima, veníamos de perder un clásico… pero ellos saben”, reconoció el propietario, que no dejó pasar la oportunidad para destacar el trabajo silencioso y constante del equipo: “Francisco Durrieu hizo un laburo fantástico, los capataces, Renato, Lucho, Mariano. Esto es de todos”.

El triunfo también tuvo un costado de revancha. Felice venía de un mal trago con Único Happy (Hi Happy), que no respondió a lo esperado en el Clásico Joaquín V. González (G2), y todavía le dolía una derrota inexplicable en Uruguay, a principios de temporada. Pero así como el turf quita, también devuelve. Y esta vez lo hizo a lo grande, con un caballo que no solo dio el salto esperado, sino que llegó para escribir una página nueva en la historia de la caballeriza.

Felice habló también de la camaradería que se respira entre los grandes studs argentinos: “Hay una linda amistad entre todos. Si gana Las Monjitas, nos felicitamos; si gana Firmamento, lo mismo. Es un grupo muy sano alrededor de Dani (Carlos D. Etchechoury, el preparador)”. Y en esa misma línea subraya un orgullo que pocos pueden darse: tener dos padrillos propios. Hat Ninja y Roman Joy (Fortify), ambos con producciones prometedoras. Y espera, con entusiasmo contenido, la llegada de las crías del fomridable Village King (Campanologist) a las pistas, al que definió sin rodeos: “La frutilla de la torta, una máquina infernal de correr”.

El turf es, para Carlos Felice, una pasión que se nutre de historias, de vínculos, de aprendizajes y, por supuesto, de caballos. Por eso analiza cada campaña con una mirada de largo plazo. “El caballo necesita desarrollo. No podés apurarlo. Los que evolucionan a los 5 años son los que terminan mostrando si tienen calidad”, reflexionó, defendiendo una filosofía que hoy parece contracorriente.

La victoria en el Rocha no solo cierra un círculo emocional, sino que abre uno nuevo. ¿Y ahora? Felice no lo oculta: sueña. Con el Pellegrini, sueña con consolidar a sus padrillos, sueña con seguir compitiendo arriba, como siempre. Pero sobre todo sueña con seguir disfrutando de una actividad que lo enamora desde que su padre lo llevó de la mano al hipódromo.


“Estos caballos quedan en la historia. Y uno ama esto con intensidad. Es una actividad hermosa”, dijo. Y en esa frase, seguramente, se entiende todo.

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